El viaje a doble velocidad que se está produciendo no deja de causar(me) asombro. Se entiende que la minoría que goza de los privilegios quiera transmitir esa certidumbre del caos por culpa de la crisis económica para apretar las tuercas al sistema productivo del que se abastece. Si estuviéramos en su lugar y en vez de conseguir un 5% más de beneficios que el año anterior, tal vez haríamos lo mismo, considerando inaceptable ganar un (pongamos) 3% menos cuando las condiciones laborales pueden ser más y mejor explotadas.
Lo que no se entiende es el punto de vista de quien viaja en el carril más lento, por no hablar del carril contrario directamente. El despido es una barra libre, el improcedente queda desterrado de los diccionarios, el salario mínimo es paupérrimo (aunque aquí no se dice de igualarnos con Europa) y todavía hablan de recortar el derecho a huelga (Duran i Lleida). Pasa todo eso y en vez de levantarnos en armas y montar un cristo de la hostia, les damos la razón cayendo en la trampa en la que esa clase dirigente y pudiente nos ha metido, como si siguiéramos teniendo nosotros la culpa de los más de cinco millones de parados.
Y no, no la tenemos, no intervenimos en esa despiadada cadena de montaje (salvo para sufrirla) donde somos la última e ínfima bisagra. Nosotros somos los perjudicados, los afectados, los parias. Mientras seguimos perdiendo trabajos, poder adquisitivo, derechos y dignidad, hay una serie de multimillonarios, de privilegiados, de próceres y de mandatarios de miras estrechas que no sólo no se ven afectados por la crisis que ellos mismos han provocado con sus desmanes y abusos (los que legitima esta sociedad capitalista), sino que suman y siguen.
En ese engranaje pérfido y malintencionado, los que somos más resulta que pesamos menos. Con lo que costó adquirir la conciencia obrera, parece que haya que renegar de ella porque lo dicte una parte de la izquierda que dejó de serlo hace tiempo, ese sector progre que destila (o atufa) izquierdismo obsoleto desde sus elevados sueldos y su conciencia sectaria de clase (cualquier cosa menos igualarse a la mayoría, por más que naden lejos de las piscinas de los oligarcas). Porque el sector de la derecha tiene bien clarita la hoja de ruta y ya sabemos a qué o quiénes responden.
Y ha llegado el momento de decir basta. De no creernos sus patrañas. De desmontar el chiringuito desde el que unos pocos se regodean con el beneplácito o con la connivencia de nuestra incompetente clase política, servil instrumento de esos pocos en vez de responder al interés de la mayoría. Hay que dejar de consentir y de justificar, hay que olvidarse de siglas de partidos y mirar por lo nuestro ya que ellos no lo hacen, pasándonos si hace falta por el forro de los ******* si es necesario las directrices que dictan Francia y Alemania. Porque lo nuestro no son prebendas para mediar por ningún yerno que quiere choricear a costa de la manga ancha que prodigan nuestras Administraciones; ni medrar a costa de ningún amiguete del alma para que nos regale trajes de forma inocente; ni dilapidar miles de millones de euros en obras faraónicas encubriendo dinero negro a espuertas; ni chulear a los contribuyentes robando dinero para sus chóferes, mayordomos, coches de alta gama, ipads e iphones (por no hablar de cocaína o putas); que no nos repartimos ni la mitad de la mitad de la... de las millonarias indemnizaciones o bonus de los bancos o cajas de ahorro... Que simplemente pedimos que no nos ninguneen y ahí entra en juego, por ejemplo, retomar la importancia de la educación.
Eso sí, otra opción en vez de la tan temida revolución y decir hasta aquí hemos llegado es la de resignarnos. En la línea de las medidas que se están adoptando, aplaudiremos declaraciones como las de fomentar el voluntariado, asumiremos como un maná la estafa de los Minijobs, consentiremos cada subida de sueldo del alcalde de turno financiada a base de despidos de funcionarios (ah, esos grises seres que se oscurecen tras unas tristes oposiciones, ignorando que términos como igualdad y mérito cayeron tiempo ha en favor del enchufismo y el pelotazo, tan típicamente españoles como los toros y olé), silenciaremos del todo a los sindicatos (cuya credibilidad sigue siendo menoscabada por quienes no cuestionan sin embargo a los que dominan la escala jerárquica, algo parecido a lo que sucede con los privilegiados y vilipendiados funcionarios) e incluso vitorearemos a quienes nos humillan.
Propongo, pues, una vuelta al feudalismo, donde la nobleza de antaño sea sustituida por los jeques árabes petroleros, los capos de las mafias de drogas y de armas, los tiránicos mandamases de las grandes compañias que arrasan los recursos de la Tierra, los politicuchos venidos a más con cada vez menos (inglés, oratoria, incluso sintaxis). Restauremos incluso el derecho de pernada a cambio de lo que ahora no tenemos: un trabajo cuyos réditos vayan para ellos íntegramente y una puñetera casa donde caernos muertos sin temor a un desahucio. O, mejor, propongo volver al viejo sistema (es cierto eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor) de la esclavitud, que no sé por qué coño fue abolida. Y que nos pongan cadenas que nos recuerden su yugo y que nos marquen la piel a fuego por si nos vuelve a dar un peligroso brote de rebeldía.
5 comentarios:
Estoy de acuerdo con casi todo,excepto con la v de prebenda; pero me da la impresión de que estabas pensando en prevaricación y otras palabras tan desgraciadamente de moda y que sí llevan v.
Grandísima entrada. Cuando lo juntamos todo en dos folios, nos damos perfecta cuenta de la cantidad de mentiras que nos hacen tragar a diario. Y si esto no sirve para despertar...
Chema: pues no sé en qué estaba pensando (es lo típico que escribes un poco enfadado), pero se me ha colado la 'v' de mala manera, qué wertgüenza... Ahora mismo lo corrijo.
Valles y cumbres: efectivamente. Y eso que nos falta aún asimilar más la letra pequeña o lo que pasa más desapercibido, como eso de que te puedan echar de un trabajo por un 20% de faltas de asistencias justificadas... Ni puedes enfermar ya, que si no, no produces, fuera.
Vídeo manifestaciones C.Valenciana
Como si no fuera suficiente con las perlas que va soltando el penoso ministro de educación (ya es triste que una persona con tal cargo meta la pata cada vez que habla; no nos merecemos a alguien así, sinceramente) os dejo algunas de las que he oído últimamente a varios políticos de distintos colores: "Hay unos delegados en Madrid que vemos nítidamente claro" [quién ha de ser el secretario general del partido], "La inmensísima parte de los puestos de trabajo de esta comunidad...". Pero no es que los periodistas estén mucho mejor, la verdad: "Una de la mayores características de esta cumbre [Iberoamericana en Paraguay o Uruguay, no recuerdo bien] es las cuantiosas y significativas ausencias entre los líderes políticos", "Los vecinos del capitán [del tristemente famoso crucero] lo defienden a capa y espalda", "Angela Merkel va a hacer la vista floja ante los países que no cumplan los ajustes", "Los españoles tienen que autocriticarse" (que me recuerda otra de hace unos años sobre una casa portátil que el propietario tenía que autoconstruirse), etcétera, etcétera.
¿Es necesaria o no una educación como es debido, ni que decir tiene que pública, universal y gratuita, cuando las personas que toman decisiones fundamentales para todos no saben hablar -y no quiero citar al político que ha mentido hasta en su CV- y quienes se tienen que encargar de comunicarnos cuanto ocurre en el mundo no les van a la zaga?.
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