España es como una película de Disney, pero alterada, vuelta del revés: la Reina Mala ha masacrado a Cenicienta, a Blancanieves, incluso al ejército de Príncipes Azules. Y a Caperucita Roja, que pasaba por ahí (me encanta Once upon a time, lo reconozco).
Donde suelen terminar estas pelis, con el triunfo del Bien sobre el Mal, empieza nuestra realidad en fondo negro superponiéndose al rojigualda (quien dice rojigualda, dice los colores de su bandera autonómica, puesta en entredicho primero por nuestra Esperancita, y modificada convenientemente por Arthur Mas): la Reina Mala gobierna (y no, no hablo solo de Esperanza Aguirre por esta vez, aunque la brutal subida del Metro me da motivos, así como la empecinada negativa de la ínclita lideresa negando la subida al metro sencillo -como ya negara, y sigue negando, supongo, los recortes en la Educación Pública; ni tampoco quiero travestir a Rajoy; ni siquiera me refiero a Merkel, que más que mala simplemente es una bruja fea; vamos a llamarla simplemente Crisis) y abusa de sus súbditos, con medidas que integran desde las más populistas (para cierto sector proabortista o CEOísta) a las más impopulares (cualquier relacionada con los impuestos).
El colorido de estas películas, pues, sigue tornándose oscuro. Pasan los días y se suceden las noticias alarmantes. Y no, tampoco hablo de la prima de riesgo ni de la caída de la Bolsa (aunque mira que me extraña, pues el efecto llamada de Rajoy iba a invertir la situación a la que Zapatero nos había abocado). Ni tampoco de los "incidentes" de caza de nuestra monarquía, que se rompe la cadera o se dispara al pie (y encima estamos a 14 de abril...), acciones que parecen metafóricas pero no lo son, o no todavía.
La Crisis sigue alimentándose de sí misma. Gestionada pésimamente por quienes tienen intereses en que la cosa empeore para que los pocos de siempre consigan beneficiarse (llámese políticos, llámese magnates, llámese grandes empresas o grandes empresarios, llámese bancos...), no sabemos hasta dónde vamos a llegar. Tanto a nivel global como a nivel más nacional (estos gráficos resultan significativos), parece que sólo se puede salir del pozo dando más poder a quienes demuestran día a día que no saben manejar la crisis y recortando en derechos (la resistencia pasiva es delito, convocar manifestaciones por Internet también), malversando (en la ciudad más endeudada de España, Madrid, Todos los sueldos de los concejales, menos uno, superan el sueldo de Rajoy), empobreciendo a la población (nimileurismeando, subiendo el agua, la electricidad, el transporte público...) o podando el Estado de Bienestar (fuera investigación, repago en Sanidad, concertación en Educación).
... Y, mientras tanto, seguimos infelices, añorando las perdices que Froilán nos tratará de conseguir a tiro limpio cuando salga del hospital y apruebe el teórico para seguir con su afición a las armas de fuego.
2 comentarios:
Sinceramente he leido tu articulo y me ha gustado mucho la analogia que has empleado,has tocado puntos de nuestra triste y cruda realidad con un poco de ironia y eso me agrada. Daniela
Muchas gracias por tus comentarios, Daniela. La verdad es que o te lo tomas con ironía o te echas a llorar...
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