El Ministro de Educación, José Ignacio Wert, cargó contra los padres que se sumaron a una huelga "radical". Y es que estamos exagerando la realidad de los recortes, vaya. Por eso nuestro ilustre mandatario remató con otra antológica perla: pasar en primaria de 27 niños por aula a 30, y de 30 a 36 en secundaria obligatoria no es subir la cifra de alumnos por clase, sino "flexibilizarla en un 20%". Además, según él, "Los estudios de la OCDE dicen que se pierde eficacia solo a partir de grupos de más de 45 o 50 alumnos" (lo que no ha aclarado es si esa OCDE es la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos o la Organización Capaz Deinventarse Estupideces).
En esa misma entrevista dijo que "no es cierto que se hayan disminuido las becas", a pesar de que el presupuesto destinado a becas ha descendido en 185 millones. En fin, que es indudable que la estupidez de Wert no aumenta, se flexibiliza, pero en porcentaje superior al 20%. Y eso que muchos se empeñan en recordar que este tío es brillante. Será de estos casos de estupidez destinada a aquellos que se creen dotados de una inteligencia superior, la estupidez más peligrosa de todas, como se está empeñando en constatar este sujeto.
Lo malo es que la sociedad está flexibilizando demasiado la tolerancia a un sistema social totalmente injusto que nos lleva de cabeza a la desigualdad social. Ya no se trata de defender algo por lo que se ha luchado durante décadas, una Educación de todos y para todos, sino que vamos más allá. Parece que no preocupa que los ricos sean cada vez más ricos, que eso no sea un problema y que se justifique con la pasividad el establecimiento de esta injusta sociedad en la que el que tenga la suerte de caer del lado del pudiente podrá vivir magníficamente y el que no la tenga se tendrá que resignar a mantener esta situación y conformarse con el bodrio que volverá a repartirse en la puerta trasera de catedrales y conventos (Manuel Vicent magníficamente dixit).
Mi estupidez también debe de estar flexibilizándose porque no entiendo cómo una minoría de la humanidad puede imponer semejantes desatinos mientras que la mayoría se deja, movidos por la indiferencia y la resignación. En países como el nuestro, democráticos en teoría, donde podemos ejercer un veto (aunque muy reducido gracias a la alergia a los referéndums) a los partidos que nos someten a medidas que cargan contra las clases medias y bajas y permiten que los poderosos puedan escaquearse de pagar impuestos y que fomentan el enchufismo más despreciable, les seguimos votando en masa.
Y es que en el fondo no nos damos cuenta de la magnitud del desastre. Seguimos pensando que esta crisis pasará, que estos recortes aflojarán, que ni nos va ni nos viene lo que decidan arriba, que hacer huelgas o acudir a manifestaciones es un engorro innecesario que no va a cambiar nada, que la cosa no está tan fea. Hay una mayoría impermeable a recibir información que no sea la que les proporciona el Hola, el As, el Marca, la tertulia verdulera del programa de corazón de turno. El viernes, volviendo en autobús del instituto, escuchaba hablar a tres estudiantes universitarios. Durante el trayecto de media hora ni mencionaron una sola vez algo sobre estos tres días de movilizaciones. Qué va. Hablaban del pedo que se iban a pillar, del botellón al que iban a acudir, de las fotos que iban a subir al Tuenti, de que el Atleti era un sentimiento, de Gandía Shore. De las cosas realmente importantes, vaya.
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo, hay demasiada gente indiferente que te miran diciendo "otra vez con la LOMCE o los recortes", incluyendo compañeros, mientras desde arriba tienen impunidad absoluta para hacer y deshacer, hasta las próximas urnas /y a veces incluso más
Es un pirómano total.
eduideas: lo peor es que la indiferencia se ha extendido entre nuestros propios compañeros. ¿El resultado? La impunidad absoluta, como tú dices. Solo hay que ver lo que ha pasado en Galicia, carta blanca para seguir machacando.
amelche: su saliva es gasolina, sin duda.
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