Poco a poco, los datos de las fusiones se van conociendo y cuanto más se sabe, peor parece: además de ser una medida repentina y agresiva (y un preludio de lo que está por venir), no por menos meditada tiene pinta de más manipulable. Cada día se habla de una cosa y es como si existiese margen para la negociación: si tú me cedes tu Administrativo, yo te doy un grupo más de Informática. No parece muy serio, ni una decisión basada en la tan repetida racionalización de los gastos. Seguro que el panorama dibujado cuando se comunicó la decisión de "reordenar" los centros no tiene nada que ver con el de septiembre. Y no porque nosotros hayamos revertido la situación, me temo.
Y es que el cuentakilómetros se ha disparado y el destino está tan próximo que ya no hace falta jugar a ser adivino o agorero. La cuenta atrás está llegando a su fin y solo los más optimistas o descreídos pueden desmentirlo. El proceso de demolición contra lo público llega a su fase definitiva y los principales afectados (aparte de los alumnos), después del curso pasado en el que parecía que recobrábamos el orgullo de ser docentes al servicio público, nos hemos agotado, acogotado, encogido, resignado. Pese a que el último golpe en forma de "reordenación" va a ser la puñalada más certera (véase Reordenaciones: entramos en la UCI, de Valles y Cumbres).
Sé que mi centro no es el mejor indicativo para el optimismo, pero lo puede ser para atisbar en qué punto queda una posible reacción. Porque si se piensa en el peor y más pesimista escenario de todos, en donde la desidia, el egoísmo y el sálvese quien pueda prevalece, sería difícil encontrar un lugar más apropiado.
Han pasado ya dos semanas y la reacción no termina de llegar de ninguna de las maneras. Partimos del hecho de que ni siquiera llegamos a concretar en el claustro una recogida de firmas denunciando o rechazando el proceso "reordenativo". Partimos de que una de las primeras intervenciones enarboló la bandera del mayor y más egoísta pragmatismo preguntando si no estábamos de acuerdo con la fusión, si no nos interesaba el traslado o el posible y ventajoso desplazamiento.
Las cábalas más cicateras se pusieron en marcha casi de inmediato y para qué denunciar la flagrante pérdida de recursos, el enésimo ataque a lo público, la alfombra roja dispuesta para que la concertación se reparta los restos del desmantelamiento del único sistema posible para defender la igualdad social. Y es que parece que la opción de informar a las familias está detenida, como si eso fuera a suponer una merma para el posible centro de destino de la mayoría, el Falla. La irreversibilidad del proceso se antoja incuestionable y las previsiones un poco menos cortoplacistas donde las fusiones (unidas a los incrementos de ratios y de horas) nos depararán despidos masivos y un proceso imparable de desplazamientos hasta dar con nuestras lecciones en centros concertados (amén) o directamente en la puta calle. Pero no por eso es motivo suficiente para reaccionar, según parece.
4 comentarios:
Somos muchos, pero menos de lo esperable y razonable, los que compartimos el pasmo y la incredulidad ante la pasividad de no pocos de nuestros colegas. En mi colegio seguimos trabajando como si no pasara nada, cada vez más presionados y más cargados de trabajo, protestando por los rincones y jurando en hebreo ante la enésima estúpida reunión, pero nada más. Se avecina la primera evaluación y todo son prisas para terminar a tiempo los controles y demás (adiós al puente, el día 10 cumple el plazo para entregar las notas en JE), el viernes tenemos la comida del desaparecido Día del Maestro, todos compramos lotería como irredentos ilusos, preparamos el festival de Navidad para que los papás hagan fotos a sus nenes caiga quien caiga (tal cual: más de una vez ha habido broncas e incluso agresiones entre padres por un quítame allá esa foto... en fin, que "no pasa ná". ¿Cuándo reaccionaremos? ¿Cuándo plantaremos de verdad cara a estos impresentables? No lo sé, ya ni lo espero. Agachamos la cabeza cada día un poco más, resignados y estoicos. ¿Es ésta la solución? Creo que no, pero ¿qué puedo hacer? Largo túnel, oscuridad interminable...
Un abrazo, colega.
En breve no habrá vuelta atrás: desaparición directa de centros en mor de una racionalización, que se exportará a otras regiones paulatinamente. Y mientras, aún se oyen voces que dicen que luchar no sirve para nada
El comentario de Yolanda lo dice todo: "no pasa ná". Y seguiría sin pasar incluso si tuviésemos 50 alumnos por grupo dando clase en un gimnasio sin calefacción dividido por biombos donde se cobrase entrada. Es vergonzoso y muy lamentable lo que estamos viviendo... pero como si nada.
Yolanda: a veces ni juramos en hebreo, o no en voz alta. Esperemos que llegue ese momento culminante en el que no soportemos más esta situación y no sea demasiado tarde. De momento, un abrazo.
Eduideas: a veces parece que tenemos el caballo de Troya entre nosotros, porque no se entiende.
Vallesycumbres: llegará ese momento en el que sí que pase, y creo que no puede tardar (o eso espero).
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