viernes, julio 20, 2012

Rajoy tenía un plan

El plan de Rajoy era gestionar la mentira. El procedimiento es siempre el mismo y el objetivo no es, por supuesto, conseguir mejoras para los ciudadanos a quienes representa este gobierno traidor. Solo hay que ver la última cacicada.Y es que el decreto de los recortes lleva una desagradable sorpresa para las familias cuyos hijos estén en edad escolar. De nuevo, han tratado de ocultar otra medida impopular (al igual que ya hicieran durante las elecciones) como es la subida del IVA al material escolar, un impuesto que saben que no hay más narices por el que pasar sí o sí. Si ya era complicada la cuesta de septiembre, imaginen ahora. El porcentaje de alumnado que no podrá comprarse los libros de texto se disparará (menos mal que está el plan de préstamos de Wertgonzoso, claro).

Durante las elecciones, Rajoy insistió en que lo primero era el empleo. Y no mentía en eso. Lo ha cumplido: raro es el familiar del PP que no está enchufado en algún cargo importante. Eso sí, ocultó que su plan para salir de la crisis no existía. El plan se limitaba a agarrar la poltrona, aprovechándose del desgaste de Zapatero. Apenas tuvo que abrir la boca para conseguir una mayoría absoluta (a todas luces engañosa, urge una reforma electoral YA). Se podría pensar, como Javier Marías en un artículo hace semanas, ¿a qué tanta ansia?, que lo importante es figurar, puesto que para qué tantas ganas de gobernar si no se saben atajar los problemas por los que han accedido al poder (esa prima de riesgo que no deja de subir y que se ríe de la confianza que iba a otorgar la barba de Marianito)? La respuesta nos la traen los titulares (que la prensa mayoritaria no suele recoger, y menos aún TVE, ya controlada hasta el punto de que en su app ni mencionaban las manifestaciones multitudinarias de ayer): que si para meter más inútiles en empresas como Bankia, que si para poder seguir manteniéndole el sueldo al yernísimo en Telefónica (total, solo son 1,5 millones anuales, qué bagatela), que si para beneficiarse de las dietas de alojamiento y de manutención, dietas que no perdona ni Marianico el Corto ni su número dos, Soraya Sáez de Sanchomaría ni otros ocho ministros. Lo mismo que pasa con Cospedal y su marido o con la prole de Esperanza Aguirre. Están para lo que están. Sobran chorizos para tan poco pan.

Dentro de este plan tan simplista, contaban con la complacencia general de la ciudadanía, ganado que se estaba acostumbrando a la corrupción, a los desmanes, al continuo desmantelamiento de la sociedad del bienestar. Ya podía Divar irse con su chófer a costa del dinero público, ya podían gürtelear a base de bien, ya podían comprarse trajes (sí, estamos hablando de ese hombre inocente que se reía en su despedida, de ese que anteponía la Fórmula 1 antes que a pagar a las farmacias, de esa matrícula de honor en su tesis doctoral y que ahora se permite el lujo de dar clases de "responsabilidad política"). Pero el ataque ha sido tan sistemático y tan fijamente dirigido sobre la clase media, que el agravio parece haber hecho mella. La gente está harta. Fue un desahogo increíble poder cagarnos en todos estos incompetentes vendidos, aunque estos incompetentes tengan los cristales de sus coches oficiales insonorizados y sigan defendiendo los intereses de banqueros, grandes empresarios y obispos. Pedir impuestos a las grandes fortunas es demagogia fiscal, dice Gollum Montoro (mi tessssoro...). Nosotros decimos que ya está bien de privatizar y de saquear Sanidad y Educación Pública. Ya nos han jodido bastante, tenemos que dar la vuelta.

Acierta Ignacio Escolar al afirmar que estamos al borde de la ruptura institucional. Se puede comprobar en cualquier bar, como dice él, el grado de cabreo entre el personal (es necesario estar informado, ver la Sexta, leer Público, Escolar.net, Menéame, blogs, repasar las Redes Sociales, echar un vistazo a la prensa digital, incluso Abc y La Razón para contrastar; no nos limitemos al Marca ni al As y estemos informados de lo que está pasando, y secundemos la/s previsible/s y necesaria/s huelga/s general/es hasta que el gobierno no dimita y haya nuevas elecciones y cambiemos la Constitución). Los cientos de miles que acudimos a la manifestación del 19J echaban chispas, como demuestran las pancartas (mención especial a una con Rajoy reducido a una imagen sin pelo y con bigotito y unas declaraciones suyas: Voy a serles Franco), los cánticos vitoreados a todo pulmón:
Los banqueros a prisión, tenemos la solución.
Espe, paciencia, nos vemos en urgencias
La Fabra, la Fabra, la puta de la Fabra, la madre que la parió. Yo tenía una Fabra y con su padre en la prisión.
El próximo parado, que sea un diputado.
Arriba, arriba todos a luchar. Que se metan por el culo la reforma laboral.
Gobierno, dimisión, por fascista y por cabrón.
¿Donde está, la niña de Rajoy?
A ver, a ver, quién lleva la batuta, ¿la tiene la calle, o el gobierno hijo de puta?
Un bote, dos botes, Rajoy el que no vote.
La Botella, al contenedor.
Hasta las pelotas, de rosas y gaviotas.

1 comentario:

amelche dijo...

Yo no sé cómo va a acabar esto, pero creo que bastante mal. Espero que no haya otra guerra civil. Y Europa mirando para otro lado. A Bruselas tenemos que ir a manifestarnos, para que se enteren bien.