El plan de Rajoy era gestionar la
mentira. El procedimiento es siempre el mismo y el objetivo no es, por
supuesto, conseguir mejoras para los ciudadanos a quienes representa
este gobierno traidor. Solo hay que ver la última cacicada.Y es que el
decreto de los recortes lleva una desagradable sorpresa para las
familias cuyos hijos estén en edad escolar. De nuevo, han tratado de
ocultar otra medida impopular (al igual que ya hicieran durante las
elecciones) como es la subida del IVA al material escolar,
un impuesto que saben que no hay más narices por el que pasar sí o sí.
Si ya era complicada la cuesta de septiembre, imaginen ahora. El
porcentaje de alumnado que no podrá comprarse los libros de texto se
disparará (menos mal que está el plan de préstamos de Wertgonzoso,
claro).
Durante
las elecciones, Rajoy insistió en que lo primero era el empleo. Y no
mentía en eso. Lo ha cumplido: raro es el familiar del PP que no está
enchufado en algún cargo importante. Eso sí, ocultó que su plan para
salir de la crisis no existía. El plan se limitaba a agarrar la
poltrona, aprovechándose del desgaste de Zapatero. Apenas tuvo que abrir
la boca para conseguir una mayoría absoluta (a todas luces engañosa,
urge una reforma electoral YA). Se podría pensar, como Javier Marías en
un artículo hace semanas, ¿a qué tanta ansia?,
que lo importante es figurar, puesto que para qué tantas ganas de
gobernar si no se saben atajar los problemas por los que han accedido al
poder (esa prima de riesgo que no deja de subir
y que se ríe de la confianza que iba a otorgar la barba de Marianito)?
La respuesta nos la traen los titulares (que la prensa mayoritaria no
suele recoger, y menos aún TVE, ya controlada hasta el punto de que en
su app ni mencionaban las manifestaciones multitudinarias de
ayer): que si para meter más inútiles en empresas como Bankia, que si
para poder seguir manteniéndole el sueldo al yernísimo en Telefónica (total, solo son 1,5 millones anuales, qué bagatela), que si para beneficiarse de las dietas de alojamiento y de manutención,
dietas que no perdona ni Marianico el Corto ni su número dos, Soraya
Sáez de Sanchomaría ni otros ocho ministros. Lo mismo que pasa con
Cospedal y su marido o con la prole de Esperanza Aguirre. Están para lo
que están. Sobran chorizos para tan poco pan.
Dentro
de este plan tan simplista, contaban con la complacencia general de la
ciudadanía, ganado que se estaba acostumbrando a la corrupción, a los
desmanes, al continuo desmantelamiento de la sociedad del bienestar. Ya
podía Divar irse con su chófer a costa del dinero público, ya podían
gürtelear a base de bien, ya podían comprarse trajes (sí, estamos
hablando de ese hombre inocente que se reía en su despedida, de ese que
anteponía la Fórmula 1 antes que a pagar a las farmacias, de esa
matrícula de honor en su tesis doctoral y que ahora se permite el lujo
de dar clases de "responsabilidad política").
Pero el ataque ha sido tan sistemático y tan fijamente dirigido sobre
la clase media, que el agravio parece haber hecho mella. La gente está
harta. Fue un desahogo increíble poder cagarnos en todos estos
incompetentes vendidos, aunque estos incompetentes tengan los cristales
de sus coches oficiales insonorizados y sigan defendiendo los intereses
de banqueros, grandes empresarios y obispos. Pedir impuestos a las grandes fortunas es demagogia fiscal,
dice Gollum Montoro (mi tessssoro...). Nosotros decimos que ya está
bien de privatizar y de saquear Sanidad y Educación Pública. Ya nos han jodido bastante, tenemos que dar la vuelta.
Acierta Ignacio Escolar al afirmar que estamos al borde de la ruptura institucional.
Se puede comprobar en cualquier bar, como dice él, el grado de cabreo
entre el personal (es necesario estar informado, ver la Sexta, leer
Público, Escolar.net, Menéame,
blogs, repasar las Redes Sociales, echar un vistazo a la prensa
digital, incluso Abc y La Razón para contrastar; no nos limitemos al
Marca ni al As y estemos informados de lo que está pasando, y secundemos
la/s previsible/s y necesaria/s huelga/s general/es hasta que el
gobierno no dimita y haya nuevas elecciones y cambiemos la
Constitución). Los cientos de miles que acudimos a la manifestación del
19J echaban chispas, como demuestran las pancartas (mención especial a
una con Rajoy reducido a una imagen sin pelo y con bigotito y unas
declaraciones suyas: Voy a serles Franco), los cánticos vitoreados a todo pulmón:
Los banqueros a prisión, tenemos la solución.
Espe, paciencia, nos vemos en urgencias
La Fabra, la Fabra, la puta de la Fabra, la madre que la parió. Yo tenía una Fabra y con su padre en la prisión.
El próximo parado, que sea un diputado.
Arriba, arriba todos a luchar. Que se metan por el culo la reforma laboral.
Gobierno, dimisión, por fascista y por cabrón.
¿Donde está, la niña de Rajoy?
A ver, a ver, quién lleva la batuta, ¿la tiene la calle, o el gobierno hijo de puta?
Un bote, dos botes, Rajoy el que no vote.
La Botella, al contenedor.
Hasta las pelotas, de rosas y gaviotas.
1 comentario:
Yo no sé cómo va a acabar esto, pero creo que bastante mal. Espero que no haya otra guerra civil. Y Europa mirando para otro lado. A Bruselas tenemos que ir a manifestarnos, para que se enteren bien.
Publicar un comentario