jueves, agosto 16, 2012

Rebelión en la granja

Después de leer Rebelión en la granja (la reseña en Solo libros y Series), estupenda fábula satírica, me ha dado por pensar que la tendríamos que leer todos los docentes españoles en clase, por ejemplo a partir de 4º de la ESO. Su vigencia es tal, que no podía dejar de establecer relaciones actuales: 

Así, los Hombres del inicio no representarían sino a la Economía Financiera (sobre la que Millás, certeramente, escribe en Un cañón en el culo, y no sé si al escribirlo había escuchado a los impresentables del FMI asegurar que había que bajar los sueldos, seguro que los suyos no): 
"Porque los seres humanos nos arrebatan casi todo el fruto de nuestro trabajo", "Haced desaparecer al hombre de la escena y la causa motivadora de nuestra hambre y exceso de trabajo será abolida para siempre", "El hombre es el único ser que consume sin producir", "Eliminad tan solo al Hombre y el producto de nuestro trabajo nos pertenecerá".
 Los Cerdos de la novela serían nuestra incapacitada clase política y allegados (recordaré que no por cerdos, sino porque son iguales que el resto de animales, aunque al final los traicionan para vivir mejor que nadie, y ahí las concomitancias).
"Los cerdos en verdad no trabajaban, pero dirigían y supervisaban a los demás". "Toda la administración y organización de esta granja depende de nosotros. Día y noche estamos velando por vuestra felicidad. Por vuestro bien tomamos esa leche y comemos esas manzanas". "Tenía la intención de tomar todo el peso de las decisiones sobre sus propios hombros". "Por aquellos días [tras la destrucción del Molino = Crisis], Napoleón [Rajoy] rara vez se presentaba en público". "Ciertamente, fue necesario hacer un reajuste de las raciones (Squealer siempre mencionaba esto como "reajuste", nunca como "reducción")". "Las raciones (...) fueron disminuidas nuevamente (...). Pero los cerdos parecían estar bastante a gusto y, en realidad, aumentaban de peso". "[Napoleón/Rajoy] llevaba un látigo en la mano". "Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros".

Y el resto de Animales seríamos los que sufrimos su política de recortes, de rescates, de patrañas electorales, de manipulación informativa con el secuestro de RTVE, de incendios que nos queman más y más (la respuesta en Canarias fue La perfección, según Cañete), de encarecimiento de la vida (¡Prohibido estudiar!), de acoso y derribo contra la educación (Selección y desconfianza, Munilla y la enseñanza de religión)...
"Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro". "Y recordad, camaradas: (...) entre nosotros los animales, que haya perfecta unidad, perfecta camaradería en la lucha. Todos los hombres son enemigos. Todos los animales son camaradas".
Quién sabe si podríamos conseguir una continuación de esta novelita corta y una revisión de todo lo que falló en la revolución porcina. Lo que está claro es que los cerdos siguen engordando a pesar de que no cumplen con el  cometido de mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos (sobre lo que tendrían que preocuparse, en vez de retirar la asistencia sanitaria a los sin papeles o de enmarranar a los funcionarios, como ya pasó con los profesores en septiembre del año pasado, y ahora vuelven a incurrir, con las palabras de Botella: "Si la mayoría de los madrileños supieran cuáles son las condiciones de los bomberos, a lo mejor pensaban que este colectivo no tenía tanta razón"; aunque le podemos dar la vuelta a la tortilla: si la gente supiera de las condiciones de su sueldo y de sus capacidades, lo mismo no estaban de acuerdo con ella).

De momento, mientras defendemos la Escuela Pública, de tod@s y para tod@s, no haríamos mal en rescatar esta novelita en clase, con la que se puede ver la importancia de la educación ("Y sobre todo, transmitid mi mensaje a los que vengan después, para que las futuras generaciones puedan proseguir la lucha hasta alcanzar la victoria"), algo que saben bien nuestros cerdos, digo, dirigentes.
Entonces, ¿qué es lo que debemos hacer? ¡Trabajar noche y día, con cuerpo y alma, para derrocar a la raza humana! Ese es mi mensaje, camaradas: ¡Rebelión! (...)
De nuestros hocicos serán proscritas las argollas,
de nuestros lomos desaparecerán los arneses.
Bocados y espuelas serán presas de la herrumbre
y nunca más crueles látigos harán oír su restallar.