sábado, octubre 28, 2006

16. De la cara de bueno y demás batallas


Así me deben de ver algunos alumnos, como al perro de la foto. Con esa cara pacífica y tranquila (hasta que me pongo a pegar chillidos, claro...). El otro día comento en mi tutoría:

Me he enterado de que con la profesora de ámbito científico tenéis el archivador y el libro preparados encima de la mesa antes de que ella entre. Estoy indignado porque conmigo no lo hacéis.

Y me contesta una de mis alumnas (una de las que más me preocupan porque su nivel de castellano es bastante limitado y eso la condiciona demasiado), en uno de esos arranques de espontaneidad y naturalidad tan característicos suyos, que conmigo no lo hacen porque soy bueno. ¿Habráse visto que esta cara me limite tanto?

Más cosas. Examen de lengua y literatura (la historia, por cierto, promete en los exámenes, es una asignatura proclive a joyas literarias de los alumnos). Pregunta sobre el romanticismo, Espronceda concretamente, aplicándolo a un texto, algo que casi nadie hace porque no entienden que la teoría se pueda aplicar a los textos. Una respuesta es fabulosa:

Porque Espronceda es muy romántico y porque en aquella época todos los escritores eran románticos. Y, para rematar, apostilla en un paréntesis clarificador a más no poder (Edad Media). Sin comentarios... Si no puede estar más claro el Romanticismo.

En el refuerzo, las cosas mejor. Domesticando a las fieras y, como ya he dicho, le daré la oportunidad al chico (Extramoduril) de que le dé clases otro profesor que no le insulte ni le niegue las explicaciones.

Ahora estoy ocupado preparando una guía de lecturas (además de la obligatoria que ya les he elegido, les daré una lista para las lecturas opcionales que suben nota), con pequeños resúmenes para inducirles (o disuadirles) a algún libro. Les he dicho que la ventaja de la opcional es que el lector elige. Si cogen una y no les va gustando, pueden dejarla y mirar otro libro. Les daré las pautas para que hagan la reseña. Y mi otra tarea (aparte de los informes intertrimestrales, un poco tostón, para que los papis tengan su papilla y sepan cómo van los niños) es elaborar unas tablas para ir consignando si están alcanzando los objetivos propuestos. Por ejemplo, miro sus exámenes y si ya distinguen sujeto y predicado, prueba superada; si aún no saben las características de un texto nerrativo, recuperación. También tengo que corregir las actividades de recuperación de historia (sacadas de un libro de inferior nivel para que les sea asequible).

Y para acabar, comentar algo que me ha pasado esta mañana (vida privada, atentos, para que luego no haya queja :p). Habría que empezar a decir algo: gilipollas. Soy un gi-li-po-llas. Cómo me revienta hacer cosas que no valen para nada y cuántas veces acabo incurriendo en este tipo de asuntos. He ido (entre otras cosas) a imprimir tres cuentos (por triplicado) para un concurso literario. Después de recorrer dos copisterías, a la tercera creía que iba la vencida. Pues no, reviso de nuevo las bases y era en letra Arial, no en Times. A tomar por culo saco los 5 euros y las copias. Y lo peor es que había visto lo de la letra y es que se me olvidó cambiarlo...

(Gracias por los comentarios, en especial usuario anónimo, que me lee y no tengo forma de contestarle)

martes, octubre 24, 2006

15. Manipulando


Ha tardado en escampar... Pero no ha sido por la pertinaz lluvia por lo que he dejado un poco olvidado el blog, sino porque entre exámenes, líos y descanso para desconectar no he tenido mucho tiempo.

Hablaré aquí un poco de los líos. Los he tenido con un alumno (aunque bueno, es extensivo en la clase de refuerzo de 2º), el típico que va de graciosete y a todo le tiene que poner algún comentario "ingenioso". Pasó el jueves. Tuve una clase horrorosa donde cada alumno hacía la guerra por su cuenta y la gota que colmó el vaso fue la actitud de este alumno. Me llamó para que le resolviese una duda. Me llamó acortándome el nombre, con una actitud chulesca e irrespetuosa. Así que le dije que sacara su agenda. Ante esto, se puso como un basilisco. Se levantó (supongo que con la intención de sacar la agenda) y mientras hacía eso gritaba e insultaba. "Joder" y otra palabrota que no recuerdo. Le eché de clase y le dije que se fuera a jefatura, que el parte se lo pondría luego.

Eso pasó el jueves pasado. Este lunes me encontré con las consecuencias. Me llamaron los jefes de estudios para hablar conmigo. Me pusieron al corriente de una situación. Un poco tarde, pero más vale tarde que nunca. Por lo visto, estoy sufriendo las consecuencias de la desidia de un profesor del año pasado que en el refuerzo se tocó las narices. Piensan que refuerzo es igual a no hacer nada. También me dieron consejos para la clase y de paso me dijeron que la madre del niño había dicho que yo le había insultado y que no le había querido explicar una cosa, diciéndole que copiara sin más.

Claro, aquí te quedas a cuadros. El insulto, si hay que encontrarlo por alguna parte, fue el siguiente: "payaso". Le llamé payaso, según él. Y se lo llamé, claro. Pero en un determinado contexto: él haciendo de todo menos lo que debía, mostrándose como una atracción circense. Ante eso, le comento que deje de hacer payasadas, que eso lo hacen los payasos. Si sigo con el argumento, quien hace payasadas es un payaso. Y siento usar ese término y que se sientan ofendidos Miliki, Fofó, Fofito y todas las familias de payasos del mundo. Lo siento mucho.

Respecto al segundo punto, sigue la manipulación: vale que le dije que sólo copiara, que no le explicaba nada. Pero hay que puntualizar que ese niño es de los que aún no han comprado los cuadernillos obligatorios para la asignatura; que les doy fotocopias para que no se pierdan y hagan cosas, pero en ese preciso instante estábamos haciendo los ejercicios del cuadernillo que estaban en la página anterior; le dije que sólo lo copiara porque íbamos a llegar a su altura en cuanto termináramos la otra página, que esperara.

En fin. Que ese alumno hoy está ya expulsado y descansaré un par de días de él. Se ha notado un montón, he podido trabajar fenomenal hoy. A lo mejor esa madre que concede crédito a un niño maleducado (ya tuvo una con la profesora de lengua, señalándole con el boli, cual un Aznar cualquiera, al escote) y, por lo que se ve, mentiroso, debería preocuparse más por que su hijo lleve el material (está avisada con agenda y luego parte) y por que permita a sus compañeros el derecho a recibir clase.

Actualización, (26/10): mis problemas se van a acabar. En la reunión de tutoría se dijo el número de alumnos que teníamos en los distintos refuerzos. Resulta que mientras que yo tengo 15, mi compañero tiene 7. Así que ya hablaré con él y compensaremos. Mientras que a mí me fueron añadiendo monstruitos por los cambios y diversos errores en secretaría, se ve que a él se los han ido quitando para llevárselos al refuerzo de mates. Claro que podía haber dicho algo, así él decía que bien cuando le preguntaron qué tal y yo dije que espantoso... El del suceso (iba a llamarle por la canción de Extremoduro; Zu, me he sentido identificado cuando dice al principio "puede que levante la voz", jajaja), por supuesto, para evitar que cometa "injusticias" con él se irá al otro desdoble.

martes, octubre 17, 2006

14. ...Y la lluvia trajo a los papis


Tras la ventana del autobús, este (ver foto) era el panorama de hoy. Esto y el atasco consabido cuando caen cuatro gotas (que en este caso han sido más, pero bueno). Supongo que en muchas ocasiones esta estampa puede resultar deprimente. Pero con lo poco que hemos visto el agua últimamente, no importa sacrificarse y acabar empapado hasta los huesos por más chubasquero y más paraguas que hayas llevado encima. Claro que seguro que si sigue lloviendo, a los dos días tendremos gente (mi hermana mediana, sin ir más lejos) que protestará porque llueve y se moja (agáchate y vuélvete a agachar, etc.). Por mí, que esté lloviendo tres meses sin parar. Para que así tras ver la situación límite que hemos vivido sea algo paradójico cuando veamos las compuertas de las presas abrirse porque no dan más de sí. Esto, en definitiva, es el ciclo de la vida. O no llegar o pasarse. Nunca el término medio.


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¿A este qué coño le ha pasado?

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Tras las disquisiciones (motivadas sin duda por el hecho de haber tenido claustro + reunión con padres) sobre la lluvia, volvamos al post.

Tras las clases, la comida en el insti (buena) y claustro. Sin palabras. Y luego, el plato fuerte. O el trago fuerte, como dice Leia: padres. Si ya me habéis leído antes, sabréis lo que me gusta el trato con los padres (aunque no sé por qué digo padre, si 8 ó 9 de cada 10 son madres, habría que cambiar el título de "Reunión de padres" por el de "Reunión de madres", los colorines sexistas van aposta, que hoy tengo ganas de tocar un poco las narices, jeje). Si no me habéis leído, ya sabéis: odio estas reuniones.

Con la lluvia había apuestas de que no habría ni dos filas en el salón de actos (aquí han hecho una presentación previa y luego nos hemos llevado a nuestros respectivos rebañitos, digo, progenitores de nuestros respectivos rebañitos), pero ha sido lo contrario. Los padres parecían setas. Al menos allí todos juntos.

Yo he batido el récord. El primer. En acabar, claro. Aparte de mi habitual concisión y laconismo, de que voy directamente al grano (sin preliminares, vaya), también influye el haber contado con cuatro madres. Lo mejor es que ha venido la madre del que más me interesaba, de los pocos que no suele hacer nada en casa. Está propuesto, con el beneplácito de la madre, para asistir a los apoyos vespertinos que ofrece la Asociación de Padres (A.P.A.) a través de alumnos de bachillerato que se ofrecen a ayudar a los de la E.S.O. ¿Y los que no han venido? Teléfono rojo, volamos hacia Moscú. Tendrán noticias mías...

(Sigue lloviendo... Y mi hermana no ha esperado al segundo día de lluvia para quejarse...)

viernes, octubre 13, 2006

13. Cómo estar descompuesto en el instituto y no morir en el intento (de dar clase)


Haciendo gala de un título muy almodovoriano (válgame el palabro inventado), el hecho es que pasé el miércoles (miércoles-viernes, y siento el paréntesis, parece que lo he puesto con la intención de dar envidia, pero ya sabéis -y si no, lo intuís- que ha sido algo casual) una mañana horrible, empezando en el metro, donde pensé que no llegaba a mi estación para contarlo (para contarlo sin un regalito en el asiento).

Corriendo, primer bar que pillo (en vez del acostumbrado autobús) y salvado por los pelos. Pensé que sería algo circunstancial, pero tras la primera clase, los mismos síntomas; síntomas que sólo podían subsanarse en el retrete. No enumeraré las veces que tuve que hacer uso de este procedimiento, baste con imaginar lo mal que lo pasaba cuando el timbre tardaba en sonar.

A segunda hora, tras llegar un poco tarde por lo ya referido y perder la llave del aula-salón de actos de música (si hay algo que sale mal, tranquilo, que puede ir a peor), las niñas me vieron más serio de lo habitual. Me preguntaron si estaba triste. No, bonitas, simplemente me voy por la pataabajo, me duele la tripa.

El caso es que pasé uno de los peores días dando clase que recuerde, completando una semana que, aunque corta, con las evaluaciones iniciales (útiles, pero a veces demasiado tempranas y perdiéndonos en cosas no demasiado importantes) ha sido bastante intensa.

Ya para acabar, y aunque no tenga mucho que ver con lo anterior, quería referirme a dos de los pilares de los institutos: la directiva y orientación. En este centro parece que funcionan los dos, aunque de dirección y jefatura poco puedo decir, pues habré cruzado tres palabras con ellos en lo que llevamos de curso. Y de orientación, me sorprendió que tuviera una reunión con una de las orientadoras para ponerme al día de mis alumnos de diversificación. Me sorprendió porque venía de un centro donde la orientadora era una mujer más vaga y caradura que yo qué sé y desde luego en ningún momento la palabra que hace referencia al departamento que ocupan, orientación, me sirvió a mí. Y creo que a nadie, pero bueno. Con esto quiero decir que aparte de la zona en que te encuentres, una buena dirección y un buen departamento de orientación ayuda mucho.

domingo, octubre 08, 2006

12. De entre todos los días tenía que tocarme el mío


No suele fallar. Parece que mis directivas cuando se juntan para decidir reuniones dijeran algo así:

¿Cuál es el día que más le fastidia a Julián?

Y lo eligieran, claro.

El año pasado mi día bueno era el martes. Raro era que hubiera reunión para evaluaciones, claustro o similar y que no cayera en martes.

Este año mi día bueno es lunes. Cuando lo vi pensé, iluso de mí: "qué bien. Los lunes no hay reuniones". Peeeeeeeeeeeero, me equivoqué. Sesión de evaluación 0 (inicial, aunque aún no tengas demasiados datos sobre los alumnos, pero bueno, todo sea por tener a los padres informados y, por tanto, contentos). Lunes y martes. El martes da igual, pero el lunes salgo a las onceeeeeeeeee...

En fin, adelantaré tareas, conoceré la zona, inauguraré la cafetería, que no la he pisado porque no paro...

A otra cosa, butterfly... Luis (¿le has cambiado la cara a tu blog, no?, que ahora al entrar para poner el enlace casi no te reconozco) me comentó en un post anterior que tratara el tema del acoso. Bien, no soy muy experto en el tema, no me he encontrado demasiados o si me los he encontrado no me he dado cuenta. Es muy difícil, sobre todo en cursos con un mínimo, por lo general, de veinte alumnos, que les puedas dar una atención personalizada como sería de desear. Dar tu materia, atender los asuntos de disciplina y luego ser capaz de advertir que alguien está siendo perseguido. Es como lo de la atención a la diversidad, no tenemos mil ojos ni mil brazos, así que de momento es complicado resolver los problemas sin ayuda.

Siempre que veo algo raro, trato de pararlo de raíz. Le pongo las cosas claritas al posible acosador y animo al posible acosado a que no lo calle y lo denuncie. Primero al jefe de estudios. Luego a sus padres. O viceversa. El otro día en el refuerzo tuve que separar a una niña porque estaba como amedrentada. Y le dije, mientras repartía fotocopias, que si le hacían algo, que no se lo callara y me lo dijera. Al rato siguiente, en el descanso, la vi con sus amigas quejándose al jefe de estudios. Pero ya digo que casos graves no he tenido, salvo la batalla constante de dos grupos de niñas en mi primer año, que cuando más trataba de solucionar, más se liaba. Lo único que se me ocurre en estos casos es que como tutor les des la confianza suficiente como para que te cuenten las cosas que les pase y mostrar interés.

Y respecto al acoso que sufrimos los profesores, cada vez se escuchan más barbaridades. Por suerte a mí no me ha tocado padecerlo demasiado salvo el típico pulso que te mantienen a principio de curso o el imbécil de turno que suele obviar tus instrucciones para sacarte de tus casillas. Así que contestando también a capeando el temporal (muchas gracias por leerme y recomendarme), yo al principio creía que no podías dejar de ser como eras, pero me he dado cuenta de que más a menudo de lo deseable tienes que ponerte la máscara de intransigente y no pasar ni una para que haya un clima adecuado en clase. Lo conseguí en 2º, por ejemplo, el jueves, pero con los primeros, que quería que hubiera mejor rollo y más tratándose de que doy música, disciplina dada a que haya más distensión y entretenimiento, me voy a tener que poner en plan sargento, ya veré cómo porque estos peques son inquietos de por sí y veremos si me sale, que puede que ya sea demasiado tarde.

Me cuesta dar consejos porque todo esto hay que irlo descubriendo día a día y yo soy el primero que está dispuesto a escuchar sugerencias, como la que me dio el tutor de ese segundo.

Domingo, 8:01 de la mañana. Todo está silencio. El amanecer se infiltra lenta, secretamente. De repente, unos gritos proferidos desde mi cama: ¡Toma, toma, tomaaaaaaa! Schumacher acababa de romper el motor...

Por cierto, ¿alguien sabe algún enlace donde me puedan venir aspectos como cuánto costaba una entrada de cine en los años 60, o aspectos del día a día de entonces?

jueves, octubre 05, 2006

11. Recordando lo que es salir satisfecho del insti

¿He dado una clase magistral y los alumnos se han quedado boquiabiertos y han aprendido lo que en tantos años de retraso por culpa de malas realizaciones (sin presupuesto) de la ESO?

No...

¿He pegado tres gritos y me he quedado más a gusto que nadie?

Eso lo hago todos los días, no tiene mérito No, con lo tranquilo que estoy yo este año...

¿Estoy que lo tiro con la música, y ya distingo a la primera un xilófono (que cuando es de metal se llama metalófono, y no me estoy cachondeando de nadie)? Ya era hora de reconocerlo, claro... Pero tampoco, esa no ha sido la razón.

La razón, aparte de que hay días mejores y días peores, días en que estás espesito y sales diciendo "vaya mierda de clase he dado" y otros en los que a lo mejor no ibas con demasiadas buenas sensaciones y vas, te inspiras y te sale todo bien, es que en el refuerzo de 2º los he tenido en mi mano. Y casi sin pegar gritos.

Así como el pasado jueves todo se me vino encima (asignaturas que no son mías, cansancio por las seis horas seguidas, acabar viendo pegas en todo), hoy ha sido todo lo contrario, y eso que el día empezaba medio torcido [de hecho, iba a titular el post como "Aún no tengo asumido que soy funcionario" o "Funcionario, pero idiota"] porque pasé casi toda la noche en blanco por un dolor de estómago, una especie de virus que empezó en mi hermana y que por la noche continuó en mi padre y conmigo. A punto estuve de no ir porque me encontraba débil y medio mal siendo finos. Pero fui y me alegro de haberlo hecho.

Les he pedido las agendas a los de 2º. Casi la mitad no tiene aún los libritos para el refuerzo y el martes ya les puse un aviso en la agenda para que sus padres tuvieran conocimiento. Los que hoy no me han entregado la firma de los padres en la agenda y no tenían los libritos, tendrán parte. Y no lo tuvieron en el momento porque aún no me he hecho al funcionamiento de este tipo de cosas y tendré que hacer copias.

No sólo por eso les he controlado. Es que además son un grupo apestoso, son unos malencarados y muchas veces desagradables, sin parar de hablar o de hacer comentarios graciosos. Ahí los he parado de raíz. He sacado a uno al pasillo y cuando otro estaba riendo la gracia que había propiciado la salida, le he dicho con un tono serio, gélido, que me pasara la agenda, que ya que las tonterías le provocaban risas a ver si le hacía la misma gracia llevarse un recado a casa. Silencio sepulcral. Y por fin he podido corregir ejercicios. Y eso que me han endosado a otra joya y ya tengo quince. He salido de allí sabiendo que les había dominado. Y qué bien sienta. Pero hay que seguir atentos. A cada instante te prueban y no puedes dar síntomas de debilidad (como perdonarle el parte porque han olvidado la agenda, a no ser como uno que ha copiado los enunciados y los ejercicios íntegros como dije). Además, a estos que repetidamente no están trayendo los libritos, van a copiarme al pie de la letra todo lo que hemos hecho o si no, parte y expulsión. A tomar por culo, coño. Necesitaba reafirmarme, ea.

Con lo tranquilo que yo soy y el ambiente distendido que suelo propiciar. Que unas risas no vienen mal (como a última hora, vaya sesión han tenido, si han salido casi llorando, que les decía que en casa iban a pensar que les habían dado una paliza), siempre que sea con respeto y trabajando. Y la verdad es que odio esta tensión, pero te obligan a veces. Y si al principio de curso no te pones las pilas, te las ponen ellos a ti. A ver si me dura...

Y luego, encantado con los primeros, a pesar de dar música. Tengo un séquito de enanas que me hacen mucha gracia, ya contaré.

(No me olvido de los temas pendientes; para el próximo, Luis. Y gracias de nuevo, esta vez sobre todo a Ambrosía, por los enlaces que miraré. A todos en general).

lunes, octubre 02, 2006

10. Xilófonos

En la clase de música pongo positivos a quien salga voluntario a tocar algo. Lo habitual suele ser la flauta. El viernes, una niña tocó el piano (tiene otro nombre, pero viene a ser eso, que tiene teclas y es grande). Lo habitual.

Pero el viernes otra niña me dijo que ella sabía tocar el xilófono, que si tenía uno.

El aula de música es el salón de actos del edificio donde se imparte la formación profesional. Hay dos armarios, uno cerrado (no va la llave, a ver si recuerdo decírselo a mi compi) y otro abierto, donde está el equipo de música y algunos cachivaches más.

Mira a ver en el armario. Si ahí no hay, no tengo, le respondo. Miramos los dos y le digo: Pues no, lo siento, no hay. La niña me mira sonriendo y, como si le estuviera vacilando, me contesta: ¿Ah, no? ¿Y eso qué es?

Sí. Esos chismes que no había sabido reconocer eran xilófonos...

Tengo pendientes algunos temas de comentarios anteriores. No me olvido de ellos