domingo, junio 24, 2012

Yo no soy tonto... ¿O sí?

La publicidad suele ser el refugio del ingenio, y la famosa tienda de electrodomésticos apeló a la supuesta inteligencia de la gente para que sus productos fueran vendidos: los nuestros son los más baratos, ¿eres tan tonto como para no verlo?

Quizá deberían replantear su estrategia, visto lo visto. Porque somos un rebaño de tontos guiados por otros tontos muy listos. Hurgaría más con el adjetivo calificativo escogiendo uno que empieza por 'g' y termina por 'ilipollas', pero no es plan de ponerme a faltar al personal, por mucho que me reafirme y sugiera a la tienda que cambie el lema: porque "yo sí soy tonto".

Yo sí soy tonto. Por eso me la clavan una y otra vez sin que haga nada (o no haga nada efectivo, una vez que no sé si 10, 11 ó 12 huelgas después lo único que he conseguido es una merma de mi poder adquisitivo mientras el 90% de mis compañeros giran la cara cuando llevo la camiseta verde y así con ellos no va la cosa).

Yo sí soy tonto. Me bajan el sueldo una, dos, parece que en breve tres veces. ¿A cambio de qué, de bajar los precios de las facturas, de las tasas, de la vida en general? Ja. ¿A cambio de reducir mi jornada o de tener menos alumnos? No, de ampliarla 2, 3 horas lectivas más, así como mi permanencia en el centro, al igual que las ratios (más por menos, si ya lo dice la publicidad de la Comunidad de Madrid). 

Nos cierran bachilleratos a discreción por todo Madrid y "a cambio" nos ofertan Bachilleratos segregadores de Excelencia y programas de Gilingüismo carentes de toda lógica pedagógica. Sustituyen Educación para la Ciudadanía por otra, Sumisión a la Politiquería. Mantienen Religión a toda costa a pesar de lo caro que sale la catequesis y aún así tienen la jeta (o la barba) de vendernos la moto diciendo que los "recortes" son necesarios y que no hay más remedio y que tampoco es que se pierda la calidad hacinando niños. Nos pulen las becas y nos suben las tasas de las matrículas, pero eso sí, mantienen las desgravaciones por llevar uniforme y rezarle a la Santa Madre que les parió. Crean el distrito único y se amparan en la libertad de elección de las familias, pero solo privados y concertados tienen dicha libertad de elección y eligen no aceptar a cualquier alumno. 

Nos prometen empleos en Campaña electoral (mentir no sale caro, y mira que han mentido, solo hay que ver este vídeo) y sacan leyes laborales que solo benefician a los empresarios para que nos den la patada y les salga más barato contratarnos. Responsabilizan al funcionario de todos los males, pero no miran que somos el país con más políticos, embajadores y coches oficiales (y corruptos) y sus sueldos escandalosos son lo único que debe de estar por encima de la media europea. Los bancos nos cuelan preferentes con métodos casi (o sin casi) delictivos y se les premia con jubilaciones multimillonarias y rescates pagados por todos (todos los mismos tontos que no exigimos responsabilidades y penas de cárcel y devoluciones íntegras de lo estafado o robado). Nuestros políticos nunca se ponen de acuerdo, excepto para repartirse ipads y demás fruslerías tecnológicas. Nos reducen el horario de metro justo cuando suben los precios de los billetes (y se gastan una fortuna para cambiar los tornos, habrá que ver qué empresa es la adjudicataria, que la familia de los peperos -palabra aceptada por la RAE, por cierto, unida a la nueva acepción del matrimonio, para que les dé urticaria- es amplia, pues para algo la mayoría son del Opus) y nos dejan de recoger la basura de momento los domingos (sin bajar las tasas, y todo porque en su tiempo derrocharon en lo accesorio y no hay ahora para lo fundamental, como certeramente decía Elvira Lindo en su columna del 20 de junio).

A lo mejor la autocrítica no cala hondo y por eso no puedo emplear el pronombre en primera persona del plural, pero mientras tanto me afirmo: si pasa todo eso (y muchas, muchas cosas más, que lo grave es eso, que el escándalo es el pan nuestro de cada día, pero mientras podamos ganar la Eurocopa, que siga ardiendo Troya, que a mí me suda la p...) y no reaccionamos, al menos lo seguiré repitiendo:

Yo sí soy tonto.

1 comentario:

amelche dijo...

Tienes razón. Y, encima, hay que aguantar a los catetos de turno con la banderita en el balcón mientras los futbolistas se embolsan por la cara un pastón porque para ellos no hay recortes.