martes, julio 24, 2012

De mamandurrias y otros abusos

Viñeta de Ferrán Martín en lainformación.com
Mamandurria:
(De mamar).
1. f. Sueldo que se disfruta sin merecerlo, sinecura, ganga permanente.

Qué fácil sería ponerle nombre a este individuo, ¿verdad?
Cuando oí las declaraciones de Esperanza Aguirre confieso que no conocía el significado de "mamandurria" y pensé que estaba diciendo que subvenciones y subsidios eran algo así como fruslerías o bagatelas que había que erradicar. Los asesores de la Presidenta sabían que ese término no muy conocido y con resonancias castizas, "campechanas" y aparentemente espontáneas daría mucho que hablar. 

Al margen de lo anecdótico (aunque la mamandurria tiene más trasfondo de lo que parece, primero porque ahora sabemos que los políticos -y sus asesores- son -o tienen- mamandurrias porque son una casta caciquil; y segundo porque, como dice acertadamente Ignacio Escolar, como siempre la primera que habla es la primera que debía callar), lo que cuenta es qué quiere decir esta mujer, y como siempre se escuda en su política neolibral (o neosalvaje) para justificar los recortes presupuestarios que siempre inciden en una única dirección.

Que hay que ajustar gastos e ingresos es algo que casi todos sabemos (aunque en Valencia no se enteran: 500.000 euros se gastan para cambiar sillas de plástico y 140.000 en la batalla floral), pero la aplicación es muy distinta según se sea parado, funcionario, en breve jubilado, o si eres político y no quieres renunciar a tus abusivas dietas de alojamiento y manutención, como Montoro (y cía, como está publicando El Confidencial: qué fácil es no aplicarse el cuento, ¿verdad? Una medida que desde aquí propongo, aparte de echar a los corruptos y presuntamente corruptos, es que para salir de la crisis TODOS los políticos cobren el salario mínimo interprofesional, para ver si así se implican más con la ciudadanía en vez de preocuparse por su puesto futuro en Timofónica). Por no hablar de las grandes fortunas que disfrutan de sus paraísos fiscales (17 billones defraudados entre 2005 y 2010, que se dice pronto).

La deuda que ellos han creado quieren que la paguemos nosotros no solo vía IVA o recortes de sueldos, sino perdiendo nuestros derechos y convirtiéndonos en una sociedad de dos velocidades, la de los que puedan permitírselo y los demás que no podamos. Es un juego macabro en el que insisten en todos los campos: judiciales (recurrir valdrá dinero), médicos (incluso en retrógradas medidas como impedir el aborto incluso en casos de malformación del foto, medida que va a la par con la retirada de ayudas en dependencia), de servicios (privatizan todo lo que se mueve y lo que era de todos pasa a ser de unos pocos, unos pocos enchufados o familiares de los políticos de turno) o educativos.

¿Y cómo les permitimos estos abusos? Primero porque seguimos siendo unos fanáticos de partidos políticos y justificamos lo injustificable con tal de seguir vistiendo los colores rojos o azules; segundo porque no estamos bien formados ni informados, y no contrastamos ni criticamos ni reflexionamos sobre lo que sucede; tercero porque lo que nos importa es que el Madrid gane la Champions o España revalide el Mundial o no hagamos el ridículo en los Juegos Olímpicos; cuarto porque en el fondo la base de la sociedad está corrupta y justificamos y amparamos la corrupción votando a los Fabra de turno y demás; quinto porque somos insolidarios y no empatizamos con quien no encuentra un trabajo o quien pierde buena parte de su sueldo quitando pagas extras mientras a mí no me afecten; sexto porque el entramado político que dice llamarse democracia ampara más a un sistema capitalista de deudas macroeconómicas en vez de a las personas que están aplastadas bajo ese yugo; séptimo porque no estamos unidos y seguimos refugiándonos en disgregadores siglas, sindicatos, gremios o similares; octavo porque nos creemos los mensajes que nos mandan los políticos en el poder de que no hay dinero y no hay más opción que la que imponen ellos; noveno porque no demandamos cambios legislativos, constitucionales y políticos, ni exigimos responsabilidades a los banqueros que han estafado con preferentes y han creado un agujero con sus prácticas ilícitas, ni endurecemos las leyes y no pedimos la devolución íntegra de lo robado; décimo porque los medios de información están secuestrados y permitimos que el PP mangonee impunemente en los criterios de objetividad del ente público y metan al Somoano de Teleesperanza y similares para controlar que de 20 minutos en telediarios, ellos salgan en 19. Luego denuncian si les llaman nazis (me parece estupendo el recordatorio de Valles y Cumbres al respecto), pero sus técnicas de control no pueden sino calificarse de fascistas (represión en la Moncloa, en el Ejército, en la escuela...) y ver TVE ya es nauseabundo.

Por eso, aunque nadie en las altas instancias defienda lo público porque les interesa más aplicar copagos que son repagos (como siempre acertadísimo Agustín Moreno) y privatizar, no podemos dudar en defenderlo entre todos. No dejemos que se carguen la Educación Pública: no podemos permitir que quieran cobrar Bachillerato o la Escuela infantil, ni desmantelar la Escuela Oficial de Idiomas, ni que impongan tasas abusivas para universidad o Ciclos Superiores. No podemos dejar que sigan despidiendo profesores aplicando ratios desproporcionados. A pesar de la ínfima inversión en Educación, los logros son tan enormes que ni siquiera pueden aducir que la cultura del esfuerzo que ellos preconizan (y que oculta una cultura de la segregación vía reválidas wertianas) favorecerá la selección de los mejores, porque los mejores ya están en la pública (nota más alta de Selectividad, recientemente tres riojanos de un instituto público de La Rioja han ganado el Google Science Fair). Impidamos estos abusos.



1 comentario:

chema dijo...

La prueba de que sí hay dinero es el artículo de Vincenç Navarro en el periódico digital Público y que muy justamente se titula "Sí hay dinero". Cosa muy distinta es que ese sea el argumento de ciertas personas para atemorizar aún más a la gente y someterlos a todo tipo de tropelías.