La última del gobierno marianista es secuestrar TVE, la televisión de todos los españoles. Después de varios meses de quejas ante la imparcialidad del ente público, han conseguido, en otra demostración de decretocracia, lo que se proponian: ¿qué era eso de tener una televisión pública premiada internacionalmente y respetada por su objetividad, cuando lo que importa es encauzar la opinión a lo que te interesa, como pasa, entre otras comunidades autónomas, con Telemadrid? Por fin han puesto el cascabel al gato y así conseguirán que noticias como esta: Los españoles reeligieron a 40 de los 69 alcaldes corruptos que compitieron en 2011, pasen al olvido y en vez de 40 de 69 sean todos los corruptos sin que ninguna voz se alce denunciándolo. No hará falta estar en campaña para soltar mentiras, que para eso nos habrán lavado el cerebro.
Hay que olvidar los Telediarios como eran y pensar en Ana Blanco entonando con voz aflautada y tono rimbombante las nuevas hazañas del Gobierno. Hasta piensan cambiar la cabecera y retornar a una que les resulta más unitaria, familiar y autoritaria: la del NO-DO, que presentaría de un modo similar a este las penúltimas ocurrencias:
En el Gobierno de la Zarzuela, nuestro insigne Jefe de Estado, don Mariano Rajoy, caudillo victorioso contra las peligrosas hordas socialistas que nos han llevado casi a la bancarrota, se consagra a la tarea de regir y gobernar a nuestro pueblo. Siguiendo su ejemplo, todos los españoles tenemos el deber de imitarle, y lo mismo que él dedica su inteligencia y su esfuerzo, su sabiduría y prudencia de gobernante a mantener nuestra patria dentro de los cánones que marca Europa, cada uno, en su esfera de acción y trabajo, ha de seguir esta línea de conducta, sirviendo lealmente la misión que le esté encomendada, sin las distracciones que los judeomasónicos sindicatos puedan proponernos.Rotas las débiles defensas en la capital que proponían un grupo de sediciosos profesores ataviados de verde, los brazos con las manos alzadas al cielo saludan a las banderas con los colores de nuestra gloriosa enseña. Nuestro caudillo, don Mariano Rajoy, acompañado del insigne y siempre ingenioso José Ignacio Wert, Ministro de Educación, es recibido en loor de multitudes por los directores de los colegios privados y concertados, que los agasajan por haber metido en vereda esa cueva de perniciosas ideas liberales e igualitarias que anidan, cual serpiente venenosa, en la escuela pública. Gracias a las nuevas medidas de subir las horas a esos maestros desdeñosos del bien común de nuestra patria y de elevar el número de alumnos en las aulas, podrán socializar nuestras nuevas generaciones, que tanto orgullo trasladarán a la ciudadanía.
En su habitual y brillante discurso, el ministro ha reseñado que solo los más preparados serán objeto del desvelo del Estado y por tanto el tildado "tijeretazo" por parte de los pertinaces y nocivos miembros de la oposición no será sino un necesario reajuste para conseguir el objetivo de la reducción del déficit. Como indica la secretaria general del PP, la sin par patricia y culmen de la sintaxis española, Dolores de Cospedal, 'El fracaso universitario cuesta 3000 millones de euros'. 'Hay que premiar al que estudia', apostilla, recibiendo así una cerrada ovación por parte de la concurrencia.
No hay que olvidar que así piensa nuestra lideresa más carismática, Esperanza Aguirre: "El igualitarismo intelectual es un atentado a las libertades individuales". Igualar a los alumnos es abocar a la sociedad a la mediocridad, como bien sabe nuestro caudillo y por tanto no llegará la sangre al río en lo tocante a la anunciada "insumisión" por parte de la prensa más proclive a las hordas rojas judeomasónicas.