79. El esperpento en la sesión informativa

Como decía, la semana pasada llegaba el anuncio de que me había tocado... ¡la lotería! ser aplicador de las pruebas de conocimiento de 3º ESO (que la consejera de Educación de la Comunidad de EspeMadrid promueve para luego declarar que los mejores resultados se dan en los privados y concertados, promoviéndolos). Los profes de lengua y mates, materias sobre las que incide la prueba, somos los "elegidos".

Nos remitían a hoy martes 20 de mayo a las 12:30 para ser informados "sobre el desarrollo de las citadas pruebas". Y la convocatoria ha resultado ser un ejercicio de desinformación, nula previsión, peor capacidad organizativa y, al fin y al cabo, un choteo madre y una especie de comedia bufa semiesperpéntica. Lo explicaré de forma ordenada:


1. Aparecen los "informantes", suponemos que subordinados del inspector, y digo suponemos porque no llegan a presentarse en ningún momento y entregan las fotocopias de la orden que dicta las instrucciones. La hoja principal resulta que falta.


2. Se plantea la primera duda: ¿Cómo hemos sido elegidos, qué criterios se han seguido? Respuesta: encogmiento de hombros de los "informantes".


3. A uno de los "informantes" no se le oye y en reiteradas ocasiones se le pide que use el micrófono (aunque pa qué, si no se lo acercaba a la boca) y contesta que no está acostumbrado al micrófono y que se oiría si nos calláramos.


4. Se dictan las instrucciones que ninguno entendemos. Se (y nos) confunden con lo de que ni directores ni jefes de estudio pueden ser asignados aplicadores. Y uno de ellos dice que con un aplicador por grupo basta (uno de lengua encargándose de las mates y viceversa sería lo que faltaba) y la duda persiste cuando empiezan a nombrarnos y a decirnos los centros.


5. Los primeros en ser nombrados somos los de mi instituto. Al 2º nombre, 1ª equivocación: no corresponde su centro asignado con lo que los "informadores" comunican. No se enteran de que no coincide con la orden que ella tiene.


6. La máxima preocupación es asignar a los cuadernillos de la prueba un número que corresponda con la clave del alumno, aunque luego dicen que no importa quién es quién, la prueba no vale para nada.


7. Los ánimos se caldean. Nadie entiende nada, pocos apoyamos esta giliprueba. Para relajarnos, nos dicen que nos pagarán 60€ (para compensar algo las huelgas y pagar el transporte del día).


8. Salen algunos jefes de estudio que revelan su condición. Ellos quedan en "suspense", dice uno, hasta que vean que hay suficientes aplicadores para todos los centros. Tiran de la lista de suplentes (algunos figuraban en la lista como aplicadores y suplentes a la vez). ¿Y los que faltan?, protesta una. "Tendrán que traer su justificante -gritando casi- y muy justificada tendrá que ser su falta".



9. Un compañero pregunta que dónde se puede protestar y que a qué mente privilegiada se le ha ocurrido la gran idea de una prueba que casi paralizará las clases ese martes por los que faltamos para examinar, la cantidad de horas que se pierden.


10. Como no resuelven casi dudas, los "informadores" lanzan una frase célebre, algo así como "Aunque parecemos más tontos de lo que somos, no es así", o algo similar. Otro momento en que uno de ellos (el que no se le oye) se enfada con otra y eleva el tono de voz: "Pero si esto ya te lo había explicado a ti, hombre".


¿Qué me queda en claro? Que el martes tengo que estar a las 8:00 (bueno, 7:45 dicen ellos por si hay alguna incidencia, para que se pueda resolver, un poco más y ya de paso hacemos noche en la delegación) para recoger las pruebas, ir al centro que me ha tocado (concertado para más inri), presentar y revisar las pruebas y llevar los cuadernillos con las pruebas de nuevo a la delegación. La jornada promete y si sale adelante será por la buena voluntad de los que somos aplicadores...


Y mañana...