domingo, noviembre 11, 2012

No ir a la huelga es como no ir a votar


Se le puede llamar acto de irresponsabilidad, de cobardía, de sumisión. Se le puede llamar de muchas maneras, pero aquel trabajador que agacha la cabeza o mira hacia otra parte, aquel trabajador que lleva al hombro una escopeta cargada de excusas (con una huelga no se consigue nada, es darle dinero en balde a la administración, los sindicatos son unos vendidos...), está cometiendo un error de tanta consideración como no ir a votar en día de elecciones porque está cansado de que todos los partidos políticos sean el mismo cero a la izquierda y está convencido de que es lo mismo un partido de derechas (PP, CIU) que uno de izquierdas, o que si votaba al PSOE y este se desmorona por méritos propios, no cabe ninguna otra posibilidad, como si no existiesen otros partidos (IU, UPyD) u otras alternativas (partidos minoritarios).

El caso se agrava si eres funcionario y no pende la espada del despido sobre tu cabeza (cosa denunciable, por otra parte, pero  bueno, aquí vale todo y no pasa nada): has visto empeorar tus condiciones vertiginosamente y el futuro próximo (ver Grecia o Portugal) es formar parte de la lista de los casi seis millones de españoles. Si no haces huelga el 14N estás aceptando que te quiten la paga extra de Navidad, que te hurten días festivos, que te quiten o congelen sueldo, que te llamen vago, que te culpen de los males de este país.

No digo nada si formas parte del cuerpo de la Sanidad y ves que la privatización se incompatibiliza con el estado de bienestar y con el agravante de que cuando argumentan por qué es beneficioso vienen con la milonga de que es para ahorrar y con que no hay otro remedio (dejan la frase a la mitad: no hay otro remedio para poder enriquecerse, que 400 millones de euros son muchos millones). Si no haces huelga el 14N te parece estupendo que cedan los hospitales públicos a las empresas privadas del marido de la Cospedal y de Rodrigo Rato, o que no se atienda a los sin papeles o que te claven un eurito por receta. Lo dice muy clarito, como siempre, Elvira Lindo en Privatizando.

Y qué decir si eres profesor y llevas más de un año con ataques continuos a la Educación Pública y ves en el horizonte su próxima desaparición (vía LOMCE). Repetir los motivos que deberían llevarte a la huelga el 14N es casi sonrojante, pero tú sabrás si defiendes tu profesión y unas condiciones mínimas digas para ejercerla o si pilateas y aceptas su ejecución. Tú sabrás, si tienes hijos, si te parecen justas y aceptables las abusivas tasas, el progresivo empeoramiento de las universidades y de los centros educativos. Por si acaso, un motivo más, la penúltima ocurrencia: en Baleares transmitir tu opinión personal estará penado con el despido, que para eso nuestros gobernantes secuestran los medios de comunicación en su favor (Madrid sigue los pasos de Artur Mas y se gasta 56,3 millones en 'apoyar' a la prensa). La entrada de Toni, Hacia un mundo rentable (Re(paso) de lengua) explica la trampa de pensar en términos de rentabilidad, lo cual deriva en un proceso privatizador que está a punto de devorar el sistema educativo español y debería estar en todos los corchos de todos las salas de profesores de todos los institutos y colegios.

Pero ojo, que la huelga también afecta a los estudiantes. Tasas, un horizonte próximo con una ley educativa segregadora y mercantilista, un porcentaje inconcebible de paro juvenil, una universidad que será inaccesible o una carga semejante a una hipoteca (el inefable Wert, a quien estaremos apoyando, a quien refrendaremos si no vamos a la huelga el 14N, propone un plan de préstamos a universitarios maravilloso). Si vas a clase o si no vas simplemente para pelarte unas cuantas asignaturas, estarás dando vía libre a que lo que era el derecho de la educación se convierta en un privilegio.

Estamos inmersos en un estado descompuesto y son ingentes los casos que nos deberían arrastrar a perseguir un cambio: mueren cuatro chicas a la salidad de un macroconcierto, pero nadie ha tenido la culpa y la alcaldesa -a la que encima no votamos- se permite el lujo de irse a un SPA en Portugal a pesar de todo en vez de dimitir o ir a la cárcel; nuestra casta política indigna e inútil se preocupa de sus propios intereses en vez de defender los de la mayoría (Patxi López se blinda una jubilación de 50.000 euros vitalicios, Elena Valenciano se arrastra penosamente por conseguir un puñado de votos, el Senado se cubre de gloria entre contratos de móviles y llamaditas al 902); el  chanchulleo (o choriceo) de los asesores puestos a dedo sangra porque a los enchufados no les llega el momento de apretarse el cinturón (empezando por los de Rajoy) y encima demuestran su ineptitud y falta de preparación hasta límites denunciables, como la asesora de Aguirre, que formaba parte del Comité de Auditoría de Bankia sin saber de contabilidad); la crisis no va con los grandes empresarios (por ejemplo, los jefes de 'El País' se repartieron 1.039.000 € justo antes de que el diario entrase en pérdidas) ni con las grandes fortunas (Calatrava traslada a Suiza su sociedad patrimonial con casi 40 millones de euros en activos): al contrario, hacia ellos, como al de Eurovegas, hay otro tipo de consideraciones como cambiar leyes a su favor; hay personas que pierden la vida por culpa de desahucios injustos (como la de Barakaldo), mientras que PPPSOE han manejado y vetado alternativas durante la crisis, y es que "la ley está para cumplirla", ¿verdad, Ana-deja-la...?; en fin, que otra política es posible para impedir que los más indefensos sufran las consecuencias de la incompetencia de nuestros dirigentes (Cospedal reduce un 42% la partida de comidas en residencias de mayores y discapacitados) e incluso para salir de la crisis: Madrid recaudaría 3.000 millones recuperando los impuestos a los ‘ricos’ frente a los 83 del euro por receta. Y eso hay que defenderlo ejerciendo nuestro derecho a la huelga el 14N, gritando bien fuerte que yo no quiero formar parte de este sistema.

Si pensamos que ejercer nuestro derecho a huelga o nuestro derecho al voto es un paripé que no sirve para nada, olvidemos esa palabra que al menos hace no tanto les gustaba repetir a nuestros dirigentes, eso tan vacuo de la democracia (totalmente de acuerdo con los planteamientos de Agustín Moreno en Qué guerra hemos perdido). Encojámonos de hombros y permitamos una nueva dictadura, que no tuvimos suficiente con Franco. Sigamos permitiendo que la injusticia sea el sustantivo más apropiado para explicar nuestra realidad. Sigamos dejando que imágenes como las de El Roto hablen más que mil palabras:


4 comentarios:

Toni Solano dijo...

Gracias por la mención. Está claro que ir o no a la huelga es una decisión muy personal (y me parece perfecta la comparación con la abstención), pero también es cierto que algún día habrá que pensar si con nuestra pasividad no hemos sido cómplices de este desmantelamiento del estado del bienestar. Todas las huelgas me planteo lo mismo: "esta es la última que hago". Lo pienso porque veo las mismas caras, los mismos compañeros que andamos en el lío día a día. Me cabreo por las ausencias, muchas veces de compañeros que tienen mil motivos más que yo para estar ahí. Pero, al final, acabo pensando más en el futuro que en el pasado y me pringo. Hay que releer tu entrada, hay que mirar hacia dónde nos están llevando y hay que obrar en consideración. La pasividad es quizá la peor opción.
Un saludo.

amelche dijo...

No sé, yo creo que el problema es que estamos desorganizados. Deberíamos haber hecho huelga el día en que los padres decidieron hacerla, para ir todos en la misma dirección. Eso, por un lado.

Por otro, creo que los sindicatos nos "calientan" para que hagamos huelga nosotros, que estamos ya bastante cabreados, y así enmascarar un poco el fracaso de la huelga por parte de los que nos son funcionarios y, como dices, se sienten amenazados por sus jefes y no se atreven a hacer huelga. Creo que también los sindicatos van a su bola y nos utilizan a su favor cuando les conviene y, cuando no, agachan la cabeza y tragan, sin pensar en si al colectivo le favorece o no. Y eso, tampoco me gusta.

Siento que estamos entre la espada y la pared, entre los políticos ineptos que nos exprimen y los sindicatos que no siempre defienden nuestros intereses. Y, no sé, no me gusta que me utilicen para luego presumir de que un X por ciento ha hecho huelga ese día.

Igual que hice el curso pasado las huelgas por la Educación pública, esta huelga no la veo clara. No sé cuál sería la solución, si una marcha como la de los mineros andando hasta Bruselas o Estrasburgo y decirles allí cuatro cosas (porque los de aquí serán lo que serán, pero es obvio que desde Europa no paran de azuzarles y pedirles más recortes y, encima, le dan el Nobel de la paz a la Unión Europea, que eso sí que es inconcebible) para que les quede bien claro.

Yo creo que me abstengo de hacer huelga esta vez. Además, por desgracia, ocasiones para hacer huelga me temo que no me van a faltar.

Suso dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Suso dijo...

Me encantan estos iluminados que deciden lo qué suponen los actos o la asuencia de ellos de los demás.

Querido "profe de lite"... (cargante autodefinirse así)... yo no voy a la huelga porque tengo cara de tonto, pero hasta un punto. Ir a la huelga es ver como se parten la caja los políticos y los sindicalistas delante de una buena mariscada. Ellos hacen la cuenta, por ejemplo la de mi familia: "2 funcionarios que han hecho 2 huelgas este año... 5.000 euros que les hemos soplado, por pardillos... Cándido, pásame esa nécora hembra, que tiene pinta de estar llena de corales"... "Aaaay, cómo es usted don Pachi... desque que estuvo en el CDS y ahora en el solicialista de Galicia, aprendió a comer como un hombre".