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Aviso a navegantes. Este artículo puede resultar tedioso, sobre todo si se siguen mis indicaciones de leer los dos artículos enlazados a los que se hacen referencia).
Este jueves los profesores hemos votado para ver quién nos representaba sindicalmente en no sé muy bien qué negociación o para qué motivos. Han venido varios sindicatos a informarnos qué pretenden conseguir (darnos una mayor autoridad o relevancia dándonos la consideración de autoridad, para que una agresión contra nosotros sea un atentado contra la autoridad, por ejemplo), pero en realidad he votado sin saber bien qué estaba votando.
Y he tenido suerte. Al menos he podido votar. Muchos interinos no han estado incluidos en el censo electoral y no han podido ejercer su derecho al voto. Luego hablan de que no hay categorías. Muchas veces nosotros mismos somos los primeros en tirarnos piedras sobre nuestro tejado, al no ser esa piña que necesitaríamos ser.
Si lo fuéramos, no toleraríamos la espiral a la que se dirige la enseñanza pública. Seamos sinceros. La cosa va a peor. Tengo compañeros de cierta edad que me hablan de la degeneración que han visto en las aulas y se consuelan pensando que no estarán para ver lo peor. Se compadecen de mí.
Todos los partidos políticos están de acuerdo en una cosa: la educación no interesa. Interesa que los alumnos del futuro sean sujetos sin capacidad de crítica que hagan lo que les digan de arriba, sin quejarse ni rechistar. Por eso los centros públicos seremos el cajón de sastre donde meter todo aquello que no saben qué hacer con ello. ¿Resultado? Dentro de poco, hablaremos de dos clases: los pudientes podrán elegir centro privado, donde podrán recibir unos estudios (que no educación, eso se pierde en todos los lados) que les posibiliten el acceso al poder; y los pringados que se tendrán que conformar con lo sobrante. Con las mezclas disparatadas, los centros problemáticos, nada adaptados a lo que se pretende.
Integrar. Ja. Las mezclas son buenas, claro que sí, pero siempre que eso no devenga en una devaluación a los alumnos que quieren aprender. Eso no lo harán si tienen en la clase cinco chinos, seis marroquíes, cuatro del este de Europa y tres americanos sin ningún nivel. ¿Racismo? Realidad. Hay que disponer clases especiales para ellos, al igual que para los alumnos con discapacidades, hasta que se vea que pueden seguir el ritmo de los demás.
Es precioso pretender una igualdad social y querer evitar marginaciones. Es precioso ver a un alumno sordo con discapacitación psíquica, que tiene miedo a lo que no puede escuchar ni entender y al que se obliga a salir de su mundo seguro para ser vulnerado por otros alumnos “normales”. Es precioso que venga un profesional como
Álvaro Marchesi y te venga a decir que si la LOGSE no ha dado su resultado es porque los profesores no tienen la capacidad suficiente y hay que darnos herramientas en ese sentido. El señor Álvaro Marchesi, desde su tarima universitaria, realiza un diagnóstico superficial y abstracto, lleno de términos grandilocuentes; habla de “compromiso de la sociedad”; también me ha gustado mucho el término “disruptivo”. Cuando un alumno me insulte en la cara o simplemente me dé el coñazo, le diré con calma: “
Niño, no seas disruptivo”. ¿No es un término precioso?
En la sala de profesores oí el otro día que ya se llegaba a aconsejar a familiares no meterse en esto de la educación. Profesión de riesgo. Están saliendo muchos temas de violencia en el aula, tanto con los propios compañeros como contra los propios profesores. Tenemos un problema si vemos un vídeo en el que te patean. Luego se entrevista al ángel y te dice que el profesor le estaba provocando. ¿Por exigir que le diera el tabaco, por pedirle que se fuera porque no era su instituto? Da igual, el caso es que el profesor se arrastraba para huir. Y que su novia estaba grabándole, lo cual demuestra que el acto fue impremeditado, claro. La punta del iceberg, de todas formas. Sólo quien está ahí dentro sabe que hay centros (y muchos) donde salir indemne es el principal objetivo del día.
Salen esas imágenes en la tele y entonces mucha gente que nos miraba por encima del hombro y con desconfianza por nuestras vacaciones y nuestros horarios entonces no lo ven tan fácil, aunque se siguen quejando en los periódicos gratuitos porque les hacemos ir a recoger a sus niños por culpa de una votación que no tiene importancia. Y eso que no saben que vamos a ir a peor con más facilidades para quien no quiere estudiar con las promociones automáticas. No hay pacto de Estado en un tema prioritario como el futuro que van a darle a sus hijos. Lees a
Ricardo Moreno Castillo, profesor de instituto, y no puedes sino asentir a todo lo que dice. Pero sabes que no se le escuchará, que todo seguirá igual. O, peor, que la situación seguirá degenerando. Y nosotros, que vamos cada uno por un lado según nuestros intereses y nuestra nula visión como grupo, no haremos paros ni manifestaciones. Vendrá el inspector de turno, nos amenazará, nos amedrentará, y seguiremos soportando al angelito que nos llama
hijoputa en la cara, no vaya a ser que le coartemos su derecho a recibir clase. Vendrá el político del momento y, si tiene un rato libre entre independencias, procesos de paz, trasvases de agua, televisión estatal, prevaricaciones urbanísticas, decidirá hacer caso al Marchesi intelectual, pedagógico y moderno de turno y nosotros no le diremos que pruebe a meterse en clase un par de semanas para ver si no cambia de idea.
Yo no pido que se me valore en la sociedad. Simplemente me conformo con que mis alumnos adopten hábitos civilizados (esos primerinos que se levantan cuando quieren, que hablan con el compañero del otro extremo), que sepan valorar comportamientos y éticas, que no acepten lo que reciban sino que piensen y critiquen, que desarrollen sus opiniones y que no se tomen la lectura como algo antagónico para sus vidas. Simplemente pido que la madre que se queja de que no se permite el móvil (con el que te pueden grabar) a su hijo porque le puede pasar algo en el camino al instituto, se dé cuenta de que con el móvil en el bolsillo ese alumno no está pendiente de ti, sino de si Menganito le dará un toque desde la otra clase; o le llamarán en plena clase interrumpiéndote y rompiendo la dinámica que tanto te ha costado implantar.
Profe novata, muchas gracias por tu comentario y seguro que resistes. Usuario anónimo, no sé cómo te agregan al planeta educativo. Mery casi profe, lo tuyo también debe tener su miga. El surrealista, si relativizas, te lo pasas bien, pero no dejan de ser frustrantes algunas respuestas. Yop, indagaré en lo de Calvin Klein. Resto de comentarios, muchas gracias, perdón por la extensión y echad un ojo a los dos artículos que salieron en El País.