¿Qué os pensabais? Que por entrar libremente a este blog os ibais a librar de tener que hacer deberes para el puente, como mis alumnos de 4º? No, no, eso no.
Aprovecho el texto que he escrito, siguiendo los parámetros de la literatura realista del siglo XIX, para teneros activos durante estos días.
Para casa:
Lee el siguiente texto y contesta a las preguntas que vienen en negrita:
Alejandra se levantó confundida. Su resaca, como una maciza plancha de acero instalada sobre su cabeza, retardó el proceso identificador: no estaba en su minúscula habitación, dispuesta en una esquina de sus veinticinco metros cuadrados, al lado del cuarto de baño –retrete, lavabo y un rectangular y alargado habitáculo donde sólo podía ducharse– y en frente de su cocina americana-salón resto de la casa.
Se sorprendió al estirar su brazo y no hallar obstáculo alguno. Su corazón sintió una especie de vértigo o desamparo. Su vista no se chocaba contra los duros y rectos límites de las paredes, sino que se abría entre ella y la ventana (que devoraba demasiada luz) el espacio suficiente como para dar varios pasos seguidos. Quizá por culpa de un equivocado y posesivo síndrome de pertenencia, echó de menos en ese primer instante su reducido espacio. Todo allí le venía demasiado grande y le resultaba extraño porque no estaba en su insignificante territorio, en el que aunque insignificante, al menos se trataba de su insignificancia.
Una débil luz roja fijó su atención: el reloj despertador de la mesita. Las diez y cuarto. Su espalda se separó del colchón, impulsada por una especie de resorte automático, casi un espasmo provocado como por una desconocida corriente eléctrica. Tendría que estar despierta hace tres horas. La echarían del trabajo. Ella carecía de la bula de Guzmán o Fermín, a ella le exigían tres veces lo que a sus compañeros, cobrando casi tres veces menos. Estuvieron a punto las lágrimas de sobrepasar la frontera de sus párpados, pero no se lo permitió. Tal vez por su desarrollado y entrenado afán de superación y fortalecimiento de carácter, tal vez porque recordó que era domingo.
Se desvaneció como una aspirina efervescente la visión del recorrido de cada mañana de lunes a sábado, desde el gélido desembarazarse del edredón, pasando por el silencioso ritual de ducharse, vestirse, maquillarse y desayunar, hasta bajar los seis pisos por las escaleras –la maldita claustrofobia le impedía acercarse a cualquier ascensor– y recibir con oscura hostilidad el saludo de las calles grises y los pasos acelerados de semblantes serios que enseguida se convertían en olvidos difuminados... (Continúa describiendo el trayecto hasta la oficina, situada en el extrarradio, un edificio alto donde está instalada una multinacional. 10 líneas)
Todo era demasiado repetitivo: de nueve a dos delante de la pantalla del ordenador, espalda recta, dedos registrando cifras en un desfile autómata y enloquecedor. Hora para el almuerzo en la sala sellada de la planta baja, luchando contra sus sudores fríos y su agobiante sensación de falta de oxígeno. Sándwiches a duras penas digeridos, digestión deficiente, estómago saturado en las tres horas siguientes, incluso en la hora y media de trayecto de vuelta, reducido a media hora si Carlos había podido salir antes a recogerla, algo cada vez más infrecuente, sobre todo a raíz de que se frustrara el proyecto de irse a vivir juntos.
Lo había sospechado pronto. Supo que aquella propuesta nacía de un más que seguro arrepentimiento por encima de una decisión meditada y aceptada. Lo que no había podido imaginar es que pudiera haberse acostumbrado a no esperar nada de él, a no importarle renunciar de su presencia, a no tener la mínima indignación ante el hecho de saberle acostándose con otras.
Ya que estaba incorporada, vio que en la mesilla estaba su paquete de Winston. Encendió un cigarro y su primera calada la contuvo en su interior hasta expulsarla con demora, reflexionando sobre el humo y sobre ella misma, vista de forma casi alucinógena en aquella nube tóxica que ella misma estaba desatando. Miró la colilla y su dolor de pulmones le impulsó a apagar el cigarro contra el cenicero que también se había acercado. Lo aplastó contra él y se quedó observándolo. Ella podría ser aquel cigarro. Casi nuevo, pero inútil por completo. Se acordó de una frase de una de sus novelas favoritas en aquella época –casi inexistente, que parecía tan distante–, “Aquel año la tristeza había aparecido a la hora de siempre”, pensamiento de Ana Ozores, un personaje con el que en ese entonces no podía sentirse más alejada, pero que ahora...
Se abrió la puerta, pero al estar situada enfrente de la ventana y estar el resto de la casa en penumbra, no pudo descifrar el significado de los contornos de aquella silueta que se apoyaba en el quicio de la puerta pesadamente, con el hombro.
–Buenos días, oyó con voz algo ronca, áspera, pero al mismo tiempo cariñosa. Sonaba algo adormilada, con que supuso que provenía del cuarto de baño... (Completa el diálogo entre los dos personajes, tratando de que suene lo más coloquial o auténtico posible y acaba el capítulo con las reflexiones, el recuerdo, la explicación o con lo que quieras completar de Alejandra. Mínimo, 25 líneas)
Titula el texto.
Identifica los rasgos realistas de este texto.
7 comentarios:
No hay nada que me despeje más que el ordenador mezclado con café, ¡así que aquí estoy! Intentando despertarme mientras desayuno... (no me pidas mucha inspiración)
Jajajaja, me da CORAJE (eh, en serio), pensar lo que pueden hacer tus niños de 4º con tu texto durante este puente. Es que es como si soy pintora, dibujo un cuadro precioso, les hago copias y les digo "venga querubines, añadirle algún elemento propio del Barroco" (por poner algo, ya sé que estamos en el realismo...) Vamos, vamos, vamos, horrorizada me hallo ante la visión de mí misma recogiendo láminas con mi obra de arte mancillada... ;-)
Exacto, he dicho que:
1. Tu texto, como todos, es una obra de arte de la literatura.
2. Te lo van a jo piii, bien jo piiii.
Bueno, un beset. No sé si leerás esto... Me voy, a ver si encuentro algo parecido a tu foto (qué bonita la catedral, ¿no? De noche y de día) durante este ansiado puente, jeje.
1. (continuación del trayecto) y como un alma en pena sin pena aún por ser demasiado pronto para fabricar sentimientos, entró en el autobús, donde la gente se abarrotaba y su chaqueta adquiría la forma del codo del viajero que se apretujaba contra ella, y dos adolescentes se besaban, en los asientos del final, ajenos a todo, a su gabardina, a las horas intempestuivas, a que lso sentimientos aún estuviesen durmiendo el sueño de los justos.
Se bajón del autobús entre empujones, pisotones, codazos y un "qué buenas estás, mamaíta" de un chico sudamericano que no llegaría a los 10 años. Y el frío de la mañana en la cara, y el ruido de la calle y de la ciudad sirvieron, como todos los días, para presentar la fachada de la "caja de cerillas gigante" donde trabajaba ella. Ella y 600 personas más sólo en las plantas que ocupaba su compañía. Desconocidos, una masa, sin nombre, sin identidad, sólo un número más, sólo unas siglas más... los de IT, los de I+D...
2. (el diálogo)
- Buenos días, alcanzó a balbucear, tras escuchar la voz de Carlos Manzano, su ex compañero, su ex pareja y, actualmente, su superior directo, ¿cómo te dignas saludar a los mortales, Carlitos?. Se guró y le tenía delante, la cara hinchada embotada como de haber estado bebiendo mucho, la ropa desangelada y arrugada, se diría que ha dormido con el traje puesto, pensó.
- Quería que lo supieras por mí antes de que te lleguen los rumores. Su voz sonaba cansada.
- ¿de qué?, ¿te casaas? ¿eres gay? ¿bisexual?, carlitos chato, nada, quiero decir, nada en absoluto de lo que hagas me sorprenderá, ni tampoco esta´re muy interesada en ello.
Carlos torció la cabeza y al final clavó al mirada en el suelo.
- Esta es mi última semana, estoy despedido. Lo mismo puedes optar a mi puesto, piénstate mejor con quién gastas tu mala leche.
Y dichoe sto, se marchó y cerrço la puerta como si no ocurriera nada.
y ella pensó que sí,q ue ocurrían demasiadas cosas, pero qu euna vez más prefería no pensarlas, prefería que las pensaran otros y se las tiraran a la cara o se las lanzasen como cuchillos.
Joooo, Juliiii!!!!! tanto tiempo sin pasarme y ahora vengo y hay deberes, pues sabes qué? que hago pellas :P
Espero que todo esté bien, muchos besitos guapoo!!!
Pufffff!!! Pues creo q va a ser q no... Q mis neuronas se fueron de acueducto, y aún no han regresado, así q no puedo hacer los deberes... Sorry!
Besotes
Horrooooor. ¡Más deberes! Con la pila de exámenes que tengo que corregir.
Jajaja, pues no pienso hacer nada durante el puente. Ahora ponme una mala nota, si te atreves.
Besos.
Cachis!!! he llegao tarde a los deberes, he suspendido???
Es que tenía muchos deberes profe!!
jajajajaj
Un beso
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