Siguiendo con el tema de la anterior entrada, una muestra del rechazo del "máster profesional de profesores de educación secundaria y bachillerato"del Plan Bolonia llega a través del Manifiesto de la Junta de la Facultad de Filosofía, que se puede leer pinchando aquí. Se pide, sí, una ampliación del CAP, pero no en los términos propuestos hasta el momento.
Por lo visto, a ese Manifiesto han respondido muchos pedagogos que la defienden, ocasionando críticas a su vez contra ellos. La más furibunda es la que realiza Andrés de la Oliva (y otros 15 profesores), La estafa del enseñar a enseñar, que carga contra "el cuerpo de especialistas cuya función es "enseñar a enseñar"". Habla del fracaso del CAP, pero la solución no les parece satisfactoria: "Nada menos que sustituir el quinto año de preparación disciplinar específica por un Máster de Formación del Profesorado que no es más que un CAP más largo y más caro. Cualquier cosa menos preguntar a los profesores sobre la utilidad en las aulas de la formación pedagógica", y prosigue el texto con el argumento siguiente: "los únicos que saben cómo se enseña matemáticas, gramática o historia, son los que no saben ni matemáticas, ni gramática, ni historia (pero son, en cambio, expertos en enseñar a enseñar cómo se aprende a aprender)".
El texto prosigue por esa línea yo creo que un tanto equivocada de culpar a los pedagogos y confundir al especialista en un tema con el que busca estrategias para aprender. Trata de defenderse de esta ola de críticas José Gimeno, En defensa de la pedagogía, que pide que se busque "otro chivo expiatorio". Ni los pedagogos tienen la culpa del deterioro del sistema educativo ni del fracaso escolar. Apunta que "No impartimos cursos en el antiguo CAP. No estamos de acuerdo ni hemos tenido nada que ver con el diseño del posgrado que lo sustituye" y pregunta lo siguiente: "¿No creen que adueñarse de los éxitos y desentenderse de los fracasos es una arrogancia? ¿No creen que el bajo nivel de los alumnos es una realidad demasiado compleja como para achacarla a un colectivo que no impartimos las clases de las materias?".
Precisamente, sobre autocrítica versa el siguiente artículo, aunque sea por la ausencia de ella. En Algunos males del sistema educativo, Ricardo Moreno Castillo ataca no sólo a los pedagogos ("Entre los males de nuestro sistema está la proliferación de unos presuntos expertos que, usando un discurso vacío, están empeñados en intervenir en la formación de los docentes"), sino también a los profesores de Universidad, "que jamás han trabajado con alumnos de instituto, pero que hablan del tema con el atrevimiento propio de los ignorantes", para acabar con la peligrosa idea de que la Pedagogía debe quedar fuera: "mientras los docentes sigamos reacios a estas necedades, la cosa todavía puede tener solución".
Julián Moreiro alude directamente a Moreno Castillo en Una ocasión perdida, que resume las ideas expuestas por su colega: "la responsabilidad de que haya alumnos que terminen la ESO siendo "incapaces de operar con decimales", "sin saber la tabla de multiplicar" o "redactando mal y escribiendo con faltas de ortografía" recae en una reforma educativa disparatada, en el gamberrismo e indisciplina alarmantes que viven los institutos, en el infantilismo de los alumnos (fomentado por sus padres) y en las "necedades" con que nos regalan los pedagogos y otros "presuntos expertos" en educación. Los profesores, en cambio, "hacemos bastante más de lo que estrictamente nos corresponde" y, gracias a eso, el sistema no se hunde". Por eso termina lamentando la falta de autocrítica que ha quedado patente en la prensa por parte de los profesores.
Conclusiones:
Por lo visto, a ese Manifiesto han respondido muchos pedagogos que la defienden, ocasionando críticas a su vez contra ellos. La más furibunda es la que realiza Andrés de la Oliva (y otros 15 profesores), La estafa del enseñar a enseñar, que carga contra "el cuerpo de especialistas cuya función es "enseñar a enseñar"". Habla del fracaso del CAP, pero la solución no les parece satisfactoria: "Nada menos que sustituir el quinto año de preparación disciplinar específica por un Máster de Formación del Profesorado que no es más que un CAP más largo y más caro. Cualquier cosa menos preguntar a los profesores sobre la utilidad en las aulas de la formación pedagógica", y prosigue el texto con el argumento siguiente: "los únicos que saben cómo se enseña matemáticas, gramática o historia, son los que no saben ni matemáticas, ni gramática, ni historia (pero son, en cambio, expertos en enseñar a enseñar cómo se aprende a aprender)".
El texto prosigue por esa línea yo creo que un tanto equivocada de culpar a los pedagogos y confundir al especialista en un tema con el que busca estrategias para aprender. Trata de defenderse de esta ola de críticas José Gimeno, En defensa de la pedagogía, que pide que se busque "otro chivo expiatorio". Ni los pedagogos tienen la culpa del deterioro del sistema educativo ni del fracaso escolar. Apunta que "No impartimos cursos en el antiguo CAP. No estamos de acuerdo ni hemos tenido nada que ver con el diseño del posgrado que lo sustituye" y pregunta lo siguiente: "¿No creen que adueñarse de los éxitos y desentenderse de los fracasos es una arrogancia? ¿No creen que el bajo nivel de los alumnos es una realidad demasiado compleja como para achacarla a un colectivo que no impartimos las clases de las materias?".
Precisamente, sobre autocrítica versa el siguiente artículo, aunque sea por la ausencia de ella. En Algunos males del sistema educativo, Ricardo Moreno Castillo ataca no sólo a los pedagogos ("Entre los males de nuestro sistema está la proliferación de unos presuntos expertos que, usando un discurso vacío, están empeñados en intervenir en la formación de los docentes"), sino también a los profesores de Universidad, "que jamás han trabajado con alumnos de instituto, pero que hablan del tema con el atrevimiento propio de los ignorantes", para acabar con la peligrosa idea de que la Pedagogía debe quedar fuera: "mientras los docentes sigamos reacios a estas necedades, la cosa todavía puede tener solución".
Julián Moreiro alude directamente a Moreno Castillo en Una ocasión perdida, que resume las ideas expuestas por su colega: "la responsabilidad de que haya alumnos que terminen la ESO siendo "incapaces de operar con decimales", "sin saber la tabla de multiplicar" o "redactando mal y escribiendo con faltas de ortografía" recae en una reforma educativa disparatada, en el gamberrismo e indisciplina alarmantes que viven los institutos, en el infantilismo de los alumnos (fomentado por sus padres) y en las "necedades" con que nos regalan los pedagogos y otros "presuntos expertos" en educación. Los profesores, en cambio, "hacemos bastante más de lo que estrictamente nos corresponde" y, gracias a eso, el sistema no se hunde". Por eso termina lamentando la falta de autocrítica que ha quedado patente en la prensa por parte de los profesores.
Conclusiones:
- El sistema educativo español falla, aunque no nos pongamos de acuerdo en las causas.
- La formación del profesorado es insuficiente, el CAP ha resultado fallido.
- Encima, la nueva ley del posgrado no convence. Ni mucho menos.
- (Mía, personal): cada uno va por donde le da la gana o le interesa y no hay unión de ningún tipo para mejorar la educación. Ni unión política ni entre nosotros, los profesionales.
- En lo único que parece haber acuerdo por parte de todos es en que "El acceso a la profesión de profesor, como a la de juez o a la de médico, no debería hacerse sin haber superado un periodo de prácticas seriamente concebido, tutelado, y remunerado".
2 comentarios:
Es curioso observar cómo casi todos esos articulistas y manifestantes son ajenos al oficio en secundaria. Intenta publicar tú en un diario un manifiesto sobre el oficio médico, a ver si te lo aceptan (puedes alegar que eres un ser vivo y que sabes respirar y batir el corazón desde pequeño, así que entiendes del cuerpo humano).
Nuestros problemas se resolverían si todos esos que tanto ladran y legislan llevasen a sus hijos a la escuela pública.
Feliz Año.
Me lo he leído toito todo, aunque si te digo la verdad del principio casi ni me he enterado porque aún estoy medio dormida...
Pero sí es cierto que el sistema va mal, y muchos lo saben y no hacen nada por remediarlo, les da igual...
Felizz año nuevoo!!
Saludos!
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